Cuida tus espaldas.

1394 Words
—Las manos son el complemento perfecto para cualquier pose, puedes usarlas como un apoyo para tu fotografía. Además que es expresión corporal—explicó el fotógrafo encargado de enseñarme modelaje, asentí comprendiendo. —, Por ejemplo debes tener cuidado de no obstaculizar tu rostro innecesariamente, pero eso lo veremos en el siguiente modulo. Volví a asentir,  mientras tomaba apuntes, me gustaba tener palabras claves que recordar y memorizar para luego repasar y  aprender más rápido. El profesor Mathew me había explicado mucho, ahora íbamos a la práctica.  Me coloque delante del fondo blanco que usaríamos, coloque mis brazos cruzados tocando mi cabello, alce mi rostro y no sonreí. —Perfecto, quedaste divina—halagó viendo la fotografía en la cámara.—, Nada mal para ser tu primera clase. Le sonreí y seguí posando para otras fotografías, me aconsejó que relajará mi rostro para no verme forzada. Luego me enseñó más de modelaje, poses, tipos de fotografías etc. Al terminar salí del salón y fui al otro, me tocaba ver inicios de administración y finanzas. La verdad es que lejos de ser pesado, era divertido. Me gustaba aprender y a pesar de no haber estudiado los dos últimos años del colegio, sentía que no me iba tan mal. Además me había encontrado a Vilma. —¿Qué haces aquí?—pregunté. —Mi objetivo tiene una petrolera, debo aprender finanzas—respondió rodando los ojos—, Es tan aburrido. —Imagino que sí—respondí. La encargada de dictar la clase era una chica joven, recién graduada. Le ponía mucha motivación lo que hacía que fuera aún más entretenida. Me gustó mucho que usara ejemplos de la vida cotidiana para explicar mejor las operaciones y temáticas. Estaba entendiendo bastante bien y me gustaba mucho, me sentía importante. Era el primer día en todo esto y sentía que había avanzado mucho, que estaba logrando algo. Termine de tomar apuntes y la clase finalmente terminó, era hora del almuerzo. Moría de hambre y mi estómago rugía, salí en compañía de Vilma al comedor. Venia quejándose de lo “difícil” y hago énfasis sarcástico, que era la contabilidad, finanza y administración en general. Sin contar que el temario de hoy fue bastante básico y fácil porque era la primera clase. —¡Chicas!—saludó Esmeralda.—, ¡Por aquí! Tomamos nuestras bandejas con el almuerzo, el cual consistía en (arroz muy poco), ensalada (bastante) y pollo asado (sin aceite). Ya que debíamos comer saludable para mantenernos en forma y delgadas. Caminamos hasta la mesa donde se encontraba, para esperar a Astrid y Mirna. No tardaron mucho en llegar y sentarse con nosotras también. —¡Chicas! ¿Qué tal las clases?—preguntó Mirna. —Genial, me gustaron—respondí—, ¿Tu cuales viste? —Etiqueta y protocolo, luego literatura.—respondió Astrid. —Sí estuvieron movidas, no pensé que existieran tantos cubiertos para comer—respondió Mirna y todas reímos. —Ni que lo digas, intenta aprenderte tantas fórmulas y que los egresos concuerden con los ingresos.—respondió Vilma—, ¡Es una pesada! —Uff, eso suena difícil.—continuó Astrid. —¡Chicas, hoy es lunes!—exclamó con alegría Esmeralda. —Si ya lo sabemos, es comienzo de semana.—respondí. —¡No, no, no es eso! ¡Hoy toca deportes!—exclamó alzando sus cejas repetidas veces. —Uff, peor aún. ¿Correr y hacer ejercicios?—me queje. —No, su emoción es porque el profesor de deportes está que arde—respondió con simplicidad Vilma. —¡Ahora entiendo!—respondí. —¿Qué tanto?—preguntó con interés Mirna. —Tanto como para querer comérselo con chocolate—respondió Astrid. —¿Tanto así?—burle. —¡Más de lo que podrías imaginarte!—respondió Esmeralda—, ¡Le decimos el moja bragas! Solté una carcajada enorme, ganándome las miradas de todas. No podía creerlo, ¿un hombre tan irresistible y encantador como para hacerte mojar las bragas? Era algo que debía verse para creerlo, termine de comer y estaba por levantarme a llevar mi plato a su puesto cuando Mirna me jaloneo del brazo. —¿Qué pasa?—pregunté, todas estaban distraídas conversando entre sí. —Tengo que contarte algo—respondió con una sonrisa. —¿Qué cosa?—pregunté con curiosidad. —Me bese con un chico—dijo sonriendo con picardía. —¿¡Que!? ¿Te has vuelto loca?—pregunté—, ¿Con quién? Rompiste el reglamento. —Con el jardinero, estábamos conversando y boom me beso—me contó—, No tienen por qué saberlo, además solo te lo he contado a ti. —¡Estás loca, Mirna!—respondí—, No puedes volver a verlo y mucho menos repetir eso. —¿Por qué no? ¡Si me ha encantado!—se quejó. —¡Porque pueden descubrirte y metértenos en problemas!—respondí. —¿Descubrir qué?—preguntó Esmeralda, mirándonos con atención. —Que Mirna sufre de una enfermedad alimenticia y necesita apoyo—respondí rápidamente intentando evitar el tema. —¡Oh cielo! ¿No te preocupes vale? Cuentas con nosotras—respondió Esmeralda. —¿Cuál tienes?—preguntó con interés Vilma, Mirna me dio una mirada buscando ayuda. —Bulimia—respondí, Mirna asintió y todas se sorprendieron. —¡Pero si tienes un buen cuerpo, chica!—respondió Astrid. —Sí, es solo que no me gustaría ser gorda. ¡Nadie quiere a las gordas!—dijo Mirna con fingido dramatismo. —¡No digas eso! La figura no es la gran cosa, claro que aquí lo es todo.—respondió sincera Vilma. —Pero no te preocupes, Madame siempre está al pendiente de nuestro peso y salud—confirmó Astrid. —Además eres muy bonita, quédate tranquila cielo.—continuó Esmeralda. —Gracias chicas, son las mejores—respondió Mirna agradecida sonriéndoles. —¡Vamos chicas! Se nos hará tarde para la siguiente clase—avisó Astrid. —¿Qué clase corresponde?—pregunté. —A ti y a mí nos corresponden clases de nuestros objetivos—dijo Vilma. —¡Uff, se perderán al bombón de deporte!—dijo Esmeralda, moviendo sus cejas de arriba abajo. —¡Bah pesada!—se quejó Vilma—, Dile que le envió saludos. Reímos en grupo y salimos del comedor, Mirna me agradeció por haberla salvado y me susurró un “te cuento todo más tarde”.  Asentí y seguí a Vilma por la enorme casa hasta un salón diferente, no sabía que clase me tocaba, puesto que en mi horario normal no reflejaba las clases extras. —¿Tenemos las mismas clases?—pregunté. —Obvio no, tú objetivo es hotelero, el mío es petrolero.—respondió—, Tú debes aprender de tu fachada, yo de la mía. Mi personaje se infiltrara en su vida como una socia de una empresa del exterior que desea asociarse con él. —¡Dios, todo esto parece de película!—me burle—, ¿Entonces qué clase me  toca? —¡Y eso que aun te falta saber muchas cosas más!—respondió—, Te toca hotelería. —Genial.—respondí. —Sí, tú clase es por allá—dijo señalándome una puerta. —Gracias, Vil. Nos vemos luego—despedí. Tome mis cuadernos y los apretuje a mi pecho, camine hasta el salón que me indico Vilma. Toque la puerta y entré, había una chica más sentada esperando también. Me aproxime sentándome a su lado. —Hola, ¿eres la nueva verdad?—preguntó—, Mucho gusto mi nombre es Molly, seremos compañeras en todas las clases creo, mi objetivo también es hotelero. —Hola, gusto conocerte, sí soy nueva. Me llamo Luana—me presenté—, Sí me pareció verte en la clase de contabilidad. —Sí también te vi, solo que estabas con Vilma—respondió. —¿No te llevas con ella?—pregunté. —Nadie se lleva con ella y sus dos amigas más—respondió y sentí extraño. —¿Puedo saber por qué?—pregunté. —Buenas tardes señoritas—nos interrumpió la profesora. —Te lo contaré después—respondió—, De momento cuida tus espaldas.
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