RAZÓN

1445 Words
… -Lo que me quieras decir o encargar, que sea rápido. No tengo mucho tiempo…-, dije con notoria impaciencia. Ir a ese lugar me provocaba un cúmulo de emociones amargas. Cada vez era más asfixiante… -Pero mira que simpático. El valientito alfa recluta perras se cree que es lo suficientemente importante para reclamar, ja ja ja…-, se mofaba el menudo y fornido matón, que ahora conocía como Yoshida Juro. -Creo que ser el casanova de los omegas del Jefe se le subió a la cabeza, ja ja ja ja…-, reía el Lobo, apodado con el nombre Daigo Kane. El Cazador se mantenía sereno, sentado en su esquina, fumando su típico cigarrillo. Observándome a la distancia, con ese semblante socarrón cargado de superioridad. Conservando su postura, hizo un ligero ademán para que su perro faldero apareciera con una carpeta, de color amarillo pálido, que supongo contenía la que sería mi próxima tarea. La tiró sobre la mesa y me dedicó una mueca de desprecio. En fin, costumbres de él… Abrí el folder, y sin demasiados ánimos, examiné los papeles y la foto que habían en su interior. Otra pobre víctima. Otra mentira en mis espaldas. Otro cargo de consciencia. Otra mancha oscura que tiñe mi sucia y corrupta alma… -Lindo, ¿verdad? Es uno de los mejores que he visto en bastante tiempo. Sin embargo, el anterior no estuvo nada mal…-, se jacta lascivamente el Jefe, exhalando la humareda de tabaco. Con el tiempo, aprendí a controlar mis gestos, mis movimientos, mi tono al abrir la boca, prácticamente como un actor profesional, gracias a los individuos que tenía en frente. Aunque permanecía inmutable e inexpresivo, por dentro no sentía más que asco, culpa, lástima, arrepentimiento… E impotencia. Una que poco a poco, iba creciendo, y acrecentaba mi odio por él, por ellos, por mí mismo… -No te será difícil. Este pequeño no tiene amigos ni familia que se preocupen por él. Ni a la gente del orfanato donde creció les interesa demasiado. Lo dejan quedarse ahí ya que nadie nunca lo adoptó, no yo entienden por qué, y de paso consiguen mano de obra gratuita… Ja, y me tachas a mí de desalmado…-, comentó irónicamente el Sr. Matsudaira, incorporándose de su asiento y acercándose hasta donde me hallaba parado: -¿Crees poder arreglártelas, mi querido Ichiro?-. Odio cuando me nombra de esa forma. Lo escruté directamente a sus glaciales iris grises, y con una perfecta cara de póker, contesté secamente: -Sí, SEÑOR. Con su permiso…-, y recalqué la palabra señor, dándole a entender que no dejaría que se aproveche tan fácil de la situación en la que me tiene atrapado… Sin más que hacer, me doy la vuelta, evadiendo cualquier despedida para con los presentes. Pero antes de tocar la desgastada persiana metálica, una irritante voz retumbó en mis oídos. -Oye, no escuché que te hayan permitido marcharte. Además, ¿sabes que es una falta de respeto irte sin saludar a tus superiores?-, dijo el Oso, Satō Ryota. Obviamente, disfrutaba de su posición… Las burlas de los demás subordinados no tardaron en escucharse. Decidí acabar con el asunto lo más rápido posible (a regañadientes) para irme pronto de ahí… -Mis disculpas, señores. Debo retirarme ahora. Con su permiso. Que pasen buena noche…-, me incliné en una reverencia y me encaucé hacia el portón. Pero, nuevamente, fui detenido. -Aún no hemos dicho que te podías ir…-, reclama preponderante el Lobo Kane. Dios, dame paciencia por favor… -Ya deja al chico, Daigo. Después de todo, está haciendo un gran trabajo… Aahh… Aún no me olvido de los gemidos de ese hermoso pelirrojo. Su voz era muy dulce. Me sorprendió que aguantara tanto. Su piel era muy sensible, se marcaba apenas la tocabas… Esperemos contar con la misma suerte con esta delicada florecita también…-, se relamía con lujuria el Sr. Matsudaira, fantaseando seguramente con lo que haría con su siguiente presa. Volvió su vista a mí, y con una seña, declaró: -Vete ya. Antes de que tu hermano policía comience a sospechar…-. Apreté mi mandíbula, y tomando mi mochila, me giré en dirección a la salida, para luego escapar de aquel almacén. Me encaminé al departamento lentamente, con la cabeza gacha y mis manos guardadas en los bolsillos, al igual que cada día que debía acudir a estas reuniones de "trabajo". -…Pobre chico. Uno más que no se salva… Cuánto más tendré que seguir con esto. Ya no puedo... Por qué a mí. Por qué a mí… Por qué soy tan cobarde. Por qué no soy valiente como tú, papá. O como tú, hermano… Qué pensarás de mí, mamá. Tú, que diste la vida por mí, ¿te decepcionaría lo que hago con ella?…-, me preguntaba y meditaba para mis adentros: -Otra mentira que inventar para Isamu…-. Sin darme cuenta, ya me encontraba en frente de la puerta del edificio. Urgué en mi pantalón hasta sacar mis llaves y me dispuse a entrar. -Ya llegué…-, me anuncié al traspasar la puerta de entrada. -¡Bienvenido!-, vociferó mi hermano desde la cocina. Me quité los zapatos, me deshice de lo que traía, y guiado por un delicioso olor a comida, fui atraído hasta donde un animado Isamu preparaba nuestro platillo favorito: curry japonés de pollo. A partir de ese momento en que probé bocado de comida hecha por él, comencé a envidiar fervientemente sus habilidades culinarias. Yo no puedo cocer un huevo en la sartén que ya se me quema… Al verme, me recibió con el cálido abrazo de siempre. Ya le había avisado que vendría tarde porque saldría con un amigo. Y era cierto. Bueno, en parte lo fue… -¿Cómo te fue, hermanito?-, quiso saber, revolviéndome el cabello. -Normal, ja ja ja… ¿Y a ti?-, respondí, buscando desviar el eje de la conversación de lo que fue mi jornada. -Ah no, hoy no me cambias el tema. Me cuentas ya mismo como te fue con tu "amigo"…-, exigió, usando el gesto de "comillas" con los dedos. Inmediatamente, percibí un leve rubor que coloreó mis mejillas. -¿Q-qué dices? ¿A qué te refieres? S-sólo era un AMIGO, sin adornos… En realidad ni siquiera sé si ya lo pueda llamar de esa manera, lo conozco hace un día nada más…-, me excusé, intentando tartamudear lo menos posible. -Mmm… No me convences. Te escuché muy animado por el teléfono. Sin mencionar que cuando pregunté sobre tu "amigo", tus ojos resplandecieron. Y mírate, rojo como tomate, ja ja ja. De verdad que eres tierno, Otōto…-, me remedaba, inflando sus cachetes hasta que enrojecieron y poniendo ojos de chica enamorada. Bufé con tedio, pegándole un ligero codazo en el estómago, lo cual sólo le causó más gracia. Sabía que recurría a ese apodo para que yo me enfadara, pero qué puedo decir, sinceramente, no logro evitarlo. Está bien que sea su hermano menor, pero ya no era ningún pequeño, y no quería que continuara tratándome como un niño… Aún así, me alegra que Isamu esté feliz, animado… Es una de las pocas cosas que alivian mi ser, que mejoran mi humor, que calman mi corazón. Me recuerda que todavía me queda algo que vale la pena, alguien por quien luchar. Una razón para vivir… -Ya ya ya, perdón perdón. Pero aunque sea dime su nombre. ¿Qué es…?-, curioseaba, mientras terminaba de servir los platos para la cena. Al mencionarlo mi mente evocó la imagen de ese adorable omega. Sus ojos azul verdosos, que parecían dos aguamarinas, su pelo rubio brillante, su vocecita suave y ese rostro, que aparentaba ser frío e indiferente, pero era todo lo contrario. Divagué tanto, que por un segundo no me percaté que Isamu me hablaba: -¿Ichiro…? Ey, Ichiro… Tierra llamando a Ichiro… ¡Oye!-, gritó al final, haciendo chasquear los dedos para que reaccionara. -Eh, lo siento hermano, estaba pensando en algo…-, me disculpé, acomodando los utensilios en la mesa. -En algo, o en alguien…-, inquirió Isamu con una expresión de complicidad. Restándole importancia a su insinuación, lo miré en clara señal de "no molestes", y repliqué: -En ALGO. Y con respecto a lo otro… Yuki. Su nombre es Jūjō Yuki…-. Y sin advertencia, por sorpresa, traicioneramente, mis labios se curvaron en una sutil e involuntaria sonrisa…
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD