Como todas las mañanas en las Marias, Mónica hace su mismo ritual acompañada de Vicenta dejan a Cande y Emiliano juntos mientras se encargan del desayuno y organizar las recamaras esta vez al despertar ya no tuvo la sensación de siempre lo cual la alivia, observa las miradas cómplices entre los esposos y resopla mentalmente pues aunque desde que llegó ha respetado su matrimonio no se siente cómoda viendo sus muestras de afecto, se comporta como lo que es: la sirvienta y niñera de la familia Bayona. Le duele, le lastima saber que ella debería de ser la señora Bayona, ella debería de ser quien se sienta al lado de Carlos y ella debería de ser la madre al menos de su hija mayor, eso la hace sentirse peor pues hay heridas que no dejan de sangrar y aquel secreto es una de las que más le las