Maite salió de la mansión y se dirigió a prisión, nerviosamente se acomodo en la sala de espera. Al ver a su padre el corazón se agudizó. Sus cabellos negros habían sido invadidos por unas cuantas canas, estaba Delgado y en su rostro reflejaba tristeza la cual se desvaneció al momento que la vio. Después de tanto tiempo su padre la había recibido, en otras ocasiones solo hablaban por teléfono. -Princesa, ¡Feliz cumple años! – Santiago entregó una cajita que había elaborado con sus propias manos. - Gracias papá. - Aún falta pintar, pero lo haré cuando salga de prisión – acaricio el rostro suave de su hija. - ¿Has sabido algo de tu hermana?, yo le llamo y no responde mis llamadas – expulso con tristeza. - Si. Ayer hablé con ella, dijo que la abuela le celebrará su cumpleaños a lo grande. - D