Cuando Erika ingresó a la mansión, su abuelo estaba de rodillas llorando, miró a su hermano quién también empezó a llorar, la angustia de saber que pasaba se apoderó de ella. Al ser una niña la curiosidad la llevó a preguntar que sucedía, Héctor, levantó la mirada y lentamente se paró, caminó hasta donde estaba ella y la abrazó. -Me pueden decir que les pasa ¿por qué lloran? suspiró al soltarse de su abuelo. - Princesa... trago y no pudo hablar. Erika sintió pena por su abuelo, imagino que le dolía el cuerpo por su enfermedad, pero a su hermano ¿qué le dolía?, frunció el ceño y preguntó por su padre. -Y papá ¿dónde está?, abuelo si te duele algo, puedo llamarle a papá que venga pronto. - No puedo con esto, dile tú. replico Héctor mirando a Matías. Se sentía cobarde por dejar que su