SEMPITERNO| CAPITULO 06|EL GLAVNYY Y LA PRINCESA

2447 Words
PALERMO, ITALIA. —Eso suena a amenaza, Kadyrov. —No lo es, Salerno, si lo fuera estarías con un arma en tu cabeza sin temor alguno, aunque esta fuera tu mansión. Si supieras la cantidad de veces que he estado al borde de la muerte, te darías cuenta de que aunque este pisando tu hogar, sentado en tu mesa y como tu invitado, no me hace el eslabón más débil. Hoy vine aquí en son de negocios. La próxima vez no tendrás tal placer. De hecho, era la primera vez que trataba de esa forma tan diplomática con alguien. Era cruel cuando se ameritaba y si perdía la paciencia, dejaría de hablar y las cosas saldrían mal. Leonard veía sus pesadillas hechas realidad. —No te debo nada. Tu madre hizo lo que hizo, por deseo. Valery casi apretó sus puños. Su madre, a diferencia de él, era buena. —¿Te estás escuchando? Pareces un malagradecido. Todos los males de mi vida, vinieron de esta maldita ciudad. Era solo un niño que, cuando vio a su padre bajar de ese avión, esperaba encontrar a su madre ¿Sabes lo que había dentro? Un cadáver. Sé que si no moría allí, moriría en otro momento, pero ella escogió como hacerlo y adelantó su muerte por la causa de tu familia. Tengo todo el derecho de reprochar mi suerte. Hizo uso de los recuerdos del pasado, que estaban allí para ayudarlo a orillar a Leonard a tomar la decisión que él necesitaba. Fue el destino que quiso que lo que deseaba, estuviera en manos del capo en aquel momento. Su abuelo le contó la historia de lo que ocurrió en Palermo, porque Yuri odiaba hablar del tema. Contó todo lo que pasó y dió a su nieto una herramienta en caso de ser necesaria. Leonard Salerno le debe un favor a tu madre y si te hace falta, no dudes en cobrarlo—había dicho Kliment en una oportunidad temiendo que el futuro fuera incierto para su nieto en caso de que los Smirnov le ganaran en ventaja. Después de todo, Valery ni siquiera tenía el respaldo de su padre. Los favores y las amistades, eran más valiosas que el dinero. Siempre tuvo ese pensamiento en cuenta. —¿Qué quieres? ¿Que abra las manos y deje ir mi patrimonio? No, Kadyrov, las cosas no son de esa manera y lo que pase contigo en Moscú no es mi problema. Mantén claro que mi familia no olvida deudas, pero su pago depende de como se cobren. Valery se levantó. No estaba dispuesto a tener un no como respuesta. Leonard quería que supiera, que en su mesa, mandaba él. El Glavnyy le dejaría pensarlo con la cabeza fria. —Necesitas pensarlo. No te pediré que me des un sí ahora. Mi oferta se mantiene, ochocientos millones a cambio de Lukoil y el ENI. Tengo la liquidez para darte el dinero ahora mismo si así lo requieres. Todo llegaría a las arcas de Otto en cuestión de treinta minutos. Te lo he dicho, el dinero no es problema. —No y tampoco lo es para mí. Valery sabia la razón principal por la cual, Leonard no podía deshacerse de Lukoil, así que le abrio el camino a una oferta tentadora que lo dejaría sin posibilidades de negarse o de dar un pretexto que tirara por la borda, sus deseos de compra. —Sé que es tu lavadora, así que puedo permitirte que la sigas usando con libertad. Esa es mi mejor oferta. No quiero que creas que soy un abusivo que busca robarte. Te estoy pagando y quiero lo mejor para el hombre que sentará las bases para la creación de mi monopolio. El ruso observó su reloj. Tenía que irse. —Te daré dos días para que lo pienses. —No hay nada que pensar—respondió el italiano poniéndose de pie y provocando una sonrisa en Valery. Kadyrov, se quitó el anillo y lo dejó en la mesa con lentitud para que el italiano viera el brillo de la joya. —Si te lo quedas, aceptas mi trato, si lo devuelves obtienes mi enemistad. No tengo problemas en verme la cara con alguno de los Salerno o con los tres al mismo tiempo. Italia es pequeña comparado con mi imperio en Rusia. Puedo aplastarte en cuestión de meses y alimentar a las mafias menores para que los devoren como conejo ante perros de caza. No tengo miedo al decirte mis planes, porque poseo lo necesario para aplicarlos. Tú decidirás si me quieres como enemigo o como aliado. Hoy he venido como amigo. No esperó la respuesta del capo y emprendió la marcha, siendo seguido por los ocho hombres que entraron con él para montarle guardia. Santino estaba esperando la orden para disparar si era lo que el capo deseaba. —Si me lo permite, no lo dejaré salir de aquí vivo. El Sicurezza apenas y toleró su insolencia. —No tienes idea de lo que causaría eso. Ese maldito es el alfa de la Sem’ya, o como ellos le llaman, su Volk. Si lo matas, te vuelves enemigo para siempre de toda la Bratva, porque es obligación del nuevo Glavnyy, vengar la muerte del anterior. Es una guerra que no terminaría nunca. Es insolente. Se parece demasiado a su padre y ahora tiene a una fila de sadicos asesinos detras suya para cuidarle su trasero. Es como tocar un panal de abispas africanas. Todas vendrán por ti para inyectar su veneno. Santino hizo un gesto de repulsión. Recordaba la insolencia de Yuri. —De hecho, se parece en todo. Leonard no pudo evitar pensar en que a pesar de ser muchos años más joven, tenía la maldita estampa de un anciano respetable. Ahora comprendía porque los oligarcas de Moscú, le temían tanto. Incluso a ellos los superaba en imponencia. Cosa hereditaria al parecer y endurecida bajo el calor de la inclemencia de Kemerovo. —¡Es la jodida copia de Yuri! Leonard empujó su escritorio con rabia. Odiaba perder el control de la situación y lo que había pasado hoy, demostraba que no era tan fuerte como imaginaba. En el mundo, siempre existía alguien más fuerte. Valery se sentía ajeno a la decoración de la casa. Era muy alejado a lo que se solía ver en Rusia. Recordaba el camino perfectamente, así que no necesito que le escoltaran a la salida. Cuando cruzaba a pasos largos y elegantes cerca de la escalera, escuchó el sonido de un violín. Pensó que se trataba de alguna habitación superior, pero cuando se detuvo en seco para apreciar la melancólica y a la vez dramática nota, se dió cuenta que provenía de una de las puertas del piso inferior. Sus ojos azules buscaron a los guardaespaldas de la residencia y al darse cuenta de que no vinieron detrás de él, decidió desviarse y buscar a la persona y al objeto que emprendía tan melódico sonido. Escuchó violines en los teatros más famosos de San Peterbursgo, así que sabía cuando el sonido era presencial y no digital. Levantó su mano para indicar a sus hombres que no le siguieran y al estar delante de las enormes puertas, pudo observar lo que ocurría dentro a través del espacio entreabierto. Una mujer estaba sentada en la alfombra. Vestía un corto vestido de coctel y su cuerpo estaba sobre sus piernas mientras mantenía la postura para dominar el instrumento y no perder la línea de la nota. Tenía un largo cabello que arrastraba hasta el suelo debido a su larga extensión, lacio como una cascada. Las mujeres de cabello lacio siempre le habían gustado. Tenía un perfil espectacular, una pequeña nariz y labios carnosos que parecían ser una tentación para cualquiera que los observara. Tenía solo un delicado brillo sobre ellos para hacerlos resaltar más en su naturalidad. La italiana se movía levemente en su suave vaivén, como si sintiera las notas circular por su cuerpo. Cuando terminó la pieza en un dramático final, comenzó una mucho más complicada, cerrando sus ojos y dejando que el arco se moviera sobre las cuerdas, con rapidez y destreza. Era todo un deleite observarla. No supo cuando minutos tardó en la puerta. Perdió la cuenta del tiempo en que la miró porque ni un solo segundo fue desperdicio. Al terminar la melodía se detuvo, incorporándose y dejando ver en el camino un poco de la piel de sus muslos y la ropa interior de encaje. Qué jodido espectáculo. Valery sonrió cuando alizó su vestido y observó al frente. Así pudo apreciar su belleza de mejor manera. Vaya que era hermosa, mucho más hermosa en persona que en fotografía y que decir de su tamaño. Estaba descalza y él estaba seguro de que a duras penas le daba al pecho. Qué espectacular. Escuchó como alguien se aclaraba la garganta detrás de él. Eso lo hizo borrar la expresión de satisfacción de su rostro. Volteó metiendo las manos en sus bolsillos. —La salida, es por la izquierda—comentó Santino ganándose una mirada asesina del ruso, quien lo ignoró y regresó sus ojos a la ranura de la puerta, lamentablemente, la mujer se había movido. Soltó una maldición en ruso y contuvo la rabia que le causó perderla. Enfadadó, centró su atención en el Sicurezza. —Parece que Leonard Salerno guarda buenos secretos dentro de esta mansión. Secretos seductores, al parecer. No lo juzgo por mantenerlo encerrado y bajo llave. Cualquiera puede sentirse tentado a robarlo. Su comentario puso incómodo al Sicurezza. Escuchó el violín, así que sabía que no hablaba de piezas de arte o cualquier otra cosa que pudiera comprarse con dinero. Hablaba de la hija del capo que acababa de observar como si fuera un lobo hambriento que había divisado un ciervo. Sus ojos eran como los de una vibora, maliciosos y malintencionados. Carentes de humanidad o buenos sentimientos. —Me temo que no hay muchos tan estúpidos como para cometer tal osadía. Rara vez reía, pero inevitablemente, una risa ronca broto de su garganta, mientras se deleitaba del comentario fuera del lugar del guardaespaldas. Fue una risa de lo más fingida. Santino, sonrió, pero luego la risa del Glavnyy se borró de golpe dejando ver su falsedad. —Tienes lengua de sobra, tal vez necesites que te corten un pedazo—comentó con determinación y molestia. Santino sintió que el suelo temblaba debajo de sus pies. Posiblemente un bajón de presión. ¡Era aterrador y lo demostraba en cada oportunidad! Valery hizó sus manos puños, dentro de los bolsillos de su pantalón. Fue una pena que ella se hubiera esfumado. Ese fue el enfado que tenía con el Sicurezza. Odiaba que lo interrumpieran cuando estaba centrado, observando algo de valor. Lanzó una mirada a sus hombres, decidido a marcharse. Había sido suficiente por ese día y Leonard Salerno tenía una oferta que pensar. Boris dedicó un asentimiento para atender la orden del glavnyy. —У него есть кукла. Кукла, которая прячется за этими стенами и в этом, кажется, ее самая большая слабость. (U nego yest' kukla. Kukla, kotoraya pryachetsya za etimi stenami i v etom, kazhetsya, yeye samaya bol'shaya slabost'.) “Tiene una muñeca. Una muñeca que esconde detrás de estas paredes y que parece ser su mayor debilidad.”—dijo en ruso haciendo que Boris levantara las cejas ante la información. Comprendió la fascinación en los ojos de su señor. —Это твой тип кукол? (Eto tvoy tip kukol?) “¿Es su tipo de muñeca?”—preguntó haciendo que el Glavnyy asintiera. —Такая кукла, которую можно трахнуть, пока она не потеряет сознание. (Takaya kukla, kotoruyu mozhno trakhnut', poka ona ne poteryayet soznaniye.) “El tipo de muñeca que follas hasta que la dejas sin conocimiento. ” El incómodo intercambio, puso a Santino aun más nervioso. Tenía suficiente con la mirada, como para tener que escucharlos hablar en un idioma en el que parecía que estaba invocando al mismisimo diablo. Era un idioma fuerte y que imponía respeto, pero a la vez era aterrador. Aterrador sería una palabra común para describir a los rusos. Valery dió un par de pasos cuando un pequeño objetó salió rodando por la puerta y terminó justo en su zapato. Era un anillo que había rodado y rodado hasta girar y voltearse a sus pies. El hombre se inclinó para tomarlo y analizar la joya. Un Tiffany. El hombre lo analizó, pero pronto, ese análisis se vería interrumpido por la mujer que abrió la puerta con rapidez buscando la joya que ahora estaba en las manos de un desconocido. Alessandra vio el anillo que le había regalado su padre y era una de las muchas joyas que guardaba en su poder. —¡Oh, allí está! Creo que eso es mío. Esa voz. Valery mantuvo el rostro serio, mientras de la forma más discreta, ocultaba su curiosidad por la mujer. De cerca era una diosa, una diosa que encendió sus instintos al momento. Tal y como dedujo, la altura de la chica a duras penas y le llegaba a los hombros. Tenía unos ojos grises que le recordaron a los de su padre, solo que estos, estaban dotados de pestañas pobladas y perfectas, que aplicaban una dupla sin igual a esas cejas delineadas en un contorno grueso y sensual. Eran cejas color castaño rojizo. ¿Qué adjetivo tenía para esa boca seductora? No tenía ninguno que cubriera por completo su descripción, pero con el hecho de que el primer pensamiento fue imaginarla con su v***a rodeada por esos perfectos labios, lo dijo todo. Casi tuvo que aclararse la garganta y tomar aire para evitar que sus pensamientos fueran por ramas que en ese momento, no podría manejar. Esa mujer debía terminar en su cama, primero porque le gusto de pies a cabeza y segundo, porque sería divertido enfadar a Leonard Salerno. Imaginó la cara del capo al ver a su mayor debilidad perdida entre sus peligrosas manos. Le tendió el anillo sin cruzar palabra. La mujer sonrió y esos ojos se iluminaron por completo. Alargó su mano y tocó sus dedos con esas uñas largas y perfectas. Valery se quedó paralizado cuando una tensión extraña le recorrió el brazo hasta perderse en la parte baja de su espalda. Un escalofrío. Ella sintió lo mismo y de inmediato borró su sonrisa al notar el extraño gesto que el hombre le devolvía. —Lindo anillo—exclamó haciendo que la chica sintiera un deleite auditivo al escuchar esa voz varonil y ronca— y seductores dedos, Malyshka (Pequeña). Esa fue la primera vez que le dijo el apodo que la marcaría de por vida.
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