PALERMO, ITALIA.
La italiana estaba dormida.
Valery se aseguró que su sueño no fuera una fuerte sobredosis observando su pupila. Conocía bien al éxtasis. En la Sem’ya tenía que estar involucrado con toda clase de sustancias que toda la vida se negó a consumir. Le gustaba el Vodka, y ese podía ser considerado su único vicio, aunque solo de vez en cuando y aunque tomara una botella entera, nunca terminaba ebrio.
—¿Ya la tienes?
—En cuanto baje se la daré.
—Bien.
El auto se detuvo en la puerta del hotel. Boris abrió la puerta del lado derecho para Valery y de inmediato, el Glavnyy rodeó por detrás al vehículo para ir al lado izquierdo y sacar a Alessandra que estaba dormida como una roca. No le gustaba lidiar con las mujeres, pero esta en particular parecía tener esa chispa que le
