PALERMO, ITALIA.
Alessandra le sujetó el rostro para besarlo con más intensidad. Valery se sintió como un drogadicto que necesitaba con urgencia probar para calmar las exigencias de su cuerpo. La siciliana se sentía débil al ver esas manos cubriendo sus pechos y la forma tan lujuriosa como los apretaba. Un gemido brotó de su garganta cuando sintió como su vestido era abierto en la parte de la espalda. Los enormes dedos de Valery se posaron en su espalda solo para juntarla más hacia él.
Cuando necesitó tomar aire, chupó ligeramente el labio inferior de la siciliana y abandonó su boca. Levantó la barbilla de la mujer y se inclinó para apreciar esas largas pestañas observándolo desde abajo.
Analizó sus ojos.
Estaba tan consciente como siempre. No la quería ver llorando al día siguient
