KEMEROVO, RUSIA. La noche era fría. Un hombre caminaba con rapidez dirigiéndose hacia el interior de la enorme Doma donde residía la Sem’ya. Olaf Kurkov sabía que todos los miembros de la enorme familia roja, estaban de fiesta esa noche. El Sovetnik, había lanzado la orden de que enormes sumas de dinero fueran a parar en la mansión. Mujeres, alcohol y diversión, todo lo que desearan porque era una fecha que debía festejarse. La Sem’ya, no tenía un nuevo Volk, todo el control puro y sin intermediarios lo manejaba Valery, quien era adorado por esos hombres como si se tratara del mismísimo Dios de la muerte. Antes de entrar, escuchó los gritos de los hombres que debían estar sometidos ante el control del pesado Vodka. Tenían una intensa fiesta allí dentro. El mismo Glavnyy los llamaba