Narra Matheo
Todos los ojos estaban puestos en mí en el momento en que Fabiola salió de la habitación, y por primera vez en mucho tiempo me invadieron las ganas de reír. Ella era otra cosa y me invadió una admiración renuente por su valentía.
—Matheo—dijo mi padre con voz pesada—¿Qué vas a hacer al respecto?
Me tomé mi tiempo.
—La escuchaste— dije—.Ella no quiere casarse.
—Sí, pero ¿qué vas a hacer al respecto?— preguntó mi padre, mostrando un atisbo de irritación.
—Puedo hacer muchas cosas, padre—respondí—. Pero obligar a una mujer a ir al altar en contra de su voluntad no es una de ellas.
Mi padre parecía casi perdido. Se volteó hacia el padre de Fabiola cuyo rostro estaba rojo de ira.
—¿Qué quiere tu hija? ¿Por qué está tan en contra de esto?
—Ella quiere su libertad—respondi
