Narra Fabiola —¿Te fuiste sin el sándwich dorado?–Briana preguntó con incredulidad. Levanté la vista de la pantalla de mi computadora. —¿Si ? –¡Diablos, Fabiola! ¿Dónde está tu mente? El pan fue horneado con oro de 23 quilates. Sabes cuánto amo el oro. Podrías haberme traído el sándwich. Ahora tendré que preguntármelo por el resto de mi vida. —La luz del día está muriendo y tenemos que enviar esas fotos mañana a primera hora—le recordé. –Lo sé, lo sé— dijo, y volvió a tomar fotografías de nuestra gama de anillos de oro blanco y pulseras con dijes de media luna dentro del estudio improvisado que había instalado en su mesa con una caja de cartón, rollos de papel blanco. papel y algunos focos. —Te habló tu jefe del bar, quiere que vuelvas, solo un par de noches mientras consigue a ot