— Es un placer conocer bellas damas, cada día — Manifestó con una sonrisa seductora el señor López —, Espero nos encontremos pronto. — Claro que sí, además necesito hablar con usted un tema de vital importancia — Respondió con decencia Lucero sorprendiéndolos a ambos; especialmente a Jaime quien nunca pensó verla de esa forma. — ¿Me acompaña? — propuso aquel hombre, cogiéndolo de gancho del brazo mientras Jaime quedaba ahí solo con la antigua compañía de su amigo; esperando que todo saliera bien para ella. Se fueron dando vueltas por la mansión hasta salir por una puerta pequeña dirigida hacia el jardín; era un paisaje hermoso, amplio e inolvidable para Lucero quien estaba acostumbrada a ver las mismas calles de siempre todos los días. Iba con nervios, no podía negarlo, pero d