Uno aquí no sabe exactamente cuántos días han pasado; solo sabemos que se había vuelto nuestra rutina diaria levantarnos temprano, tender nuestra cama, hacer oficios al burguer, practicar, arreglarnos, bailar dando un show a los clientes y después ir a la cama con quien lo desee. Intentaba defender y cuidar a Ana de todo este asunto, pero había sido complicado donde ella entendía que debía dar su cuerpo en contra de su voluntad; eso me daba impotencia porque sentía que cada día iba perdiendo más su inocencia y su alma pura. Hoy era un día más como cualquier otro, donde debíamos salir a bailar en este momento íbamos a dar el show juntas con Ana preparando una coreografía para que se sintiera segura; al menos conmigo. — Nunca pensé usar este tipo de ropa — dijo Ana dando una vuelta viend