CAPÍTULO CINCO Riley sintió un frío extraño cuando se bajó de su carro en la Universidad de Byars. No era solamente el clima. La escuela tenía un ambiente extrañamente inhóspito. Se estremeció a lo que miró a su alrededor. Los estudiantes estaban andando por el campus, bien cubiertos para protegerse del frío, apresurándose a sus destinos y apenas hablándose. Ninguno de ellos se veía feliz de estar aquí. “No es de extrañar que este lugar hace que los estudiantes quieran matarse”, pensó Riley. Por un lado, el lugar parecía pertenecer a una época pasada. Riley sentía que estaba devolviéndose en el tiempo. Los viejos edificios de ladrillo habían sido mantenidos en perfecto estado. También las columnas blancas, reliquias de cuando las columnas eran requeridas en este tipo de ambiente. El