Capítulo 14

1054 Words
-¿Por qué saliste con ese futbolista malazo?-, retumbó el fono. Yo quedé congelada y pasmada sin saber qué hacer ni qué decir. Estoy segura que empalidecí y mis pelos se erizaron como las púas de un puerco espín, desconcertada e incrédula a la vez. Ahhhhhh, exclamé desconcertada, dibujando una o en mi boca, sorprendida, estupefacta, petrificada y entumecida. Era Maicol. Había llamado al fijo de la casa y estaba furioso. Por largos minutos no sabía qué decirle. Él se había enterado de todo. -Le hice una entrevista para el periódico, ya sabes, es mi trabajo, los jefes me lo ordenaron, no hay nada de malo que le haga un reportaje, es lo que hago siempre-, se me ocurrió decir aunque lo hice trastabillando, susurrando las palabras, con tilde miedo y desconcierto a la vez, casi amordazada por un nudo que tenía metido en medio de la garganta,.. -¿Sin fotógrafo?-, me descubrió él. ¡¡¡Estaba perdida!!! Me sentí atrapada, entre la espada y la pared. Tartamudeé. Ya no habían respuestas y lo único que quería era que me trague la tierra de un solo bocado. -Tú crees que soy un idiota, estás coqueteando con ese mediocre, conmigo no se juega, ¿escuchaste bien Roxana Villafuerte?-, me regañó él muy colérico. Yo seguía balbuceando vanas repuestas que ni siquiera estaban coherentes y eran ciertamente frases sin sentido. -Es que me faltaban algunas cositas, además el reportaje es con fotos del partido con Colombia-, le insistí vanamente, porque eso no era cierto. -¿Una entrevista a las seis de la mañana? A mí no me engañas, mujer, yo no soy ningún tonto, tú me estás tratando como si fuera un idiota y eso no lo voy a tolerar-, se enfureció aún más y colgó, de repente, ¡pum! dejándome con la palabra en la boca, aturdida, sintiéndome desmoronar igual a un castillo de arena. Apreté los dientes y los puños y clavé mis ojos en Lisseth que me miraba divertida, sentada en la silla, pasando su lengua por la boca, jalando su pelo, sintiéndose triunfadora. Ella sabía que la llamada era de Maicol, porque el desconcierto estaba dibujado en mis ojos como una gran impronta, incluso en grandes moldes. Ella le daba la razón a mi enamorado. Yo me había pasado de la raya. No tenía perdón, en realidad, ni disculpas que valgan la pena. Nada. -Tú fuiste, tú le dijiste que salí con el futbolista-, adiviné, entonces, hirviendo de furia, a punto de explosionar igual a un petardo de dinamita. -No pude mentirle, me arrinconó con una pregunta capciosa-, sonrió ella toda inocente, burlándose de mi desconcierto. -¿Qué pregunta?-, seguí ardiendo en furia. -Textualmente me preguntó dónde habías ido, entonces no me quedó más remedio que confesar-, parpadeó ella sin despintar su risita. Mi hermana estaba en contra de mis flirteos con el futbolista. Intenté no reventar en un millón de pedazos, pero viéndole tan desfachatada y distendida a Lisseth, y por más que me contuve, lo único que hice fue romper a reír, porque ella, al final de cuentas, pensaba que yo estaba equivocada saliendo con Vásquez y lo único que hacía era defenderme. ***** La central que le hice a Stuart Vásquez fue un gran éxito y eso me llenó de mucho orgullo y satisfacción, una recompensa a todo ese embrollo en que me había metido, enamorada de dos hombres a la vez. La entrevista no solo rebotó a nivel internacional, pues muchas agencias internacionales copiaron el reportaje, sino que también fue colgada, en forma íntegra, en sus páginas del internet, haciéndose viral y consiguiendo millones de likes, en un solo suspiro. Además la crónica coincidió con un gran triunfo de la selección con dos goles suyos, de buena factura y que puso de fiesta a todo el país. Yo no fui al partido. Me quedé en casa, viendo una telenovela turca que me tenía impactada, y que trataba de una esposa infiel que es bien bandida y le encantaba engañar al marido. Me hacía pensar que yo era igualita y que era la mala en mi propia historia de amor. Stuart me llamó emocionado muy tempranito, después que me había duchado. -¿Viste mis golazos?-, me preguntaba a cada rato. No le iba a decir que no, cuando él estaba tan contento y su voz era una fiesta. -Por supuesto. Eres un gran jugador-, le decía yo sonriente. -¿Cuál te gustó más?-, insistió él hecho una fiesta. -El segundo-, le conté por salir de paso, pues ni sabía cuál había sido mejor. -¿El de penal? ¿Te gustó mi precisión, la fuerza que le di al remate, la forma cómo engañé al arquero?-, me acorraló con sus preguntas, pero , pucha, yo ni sabía de lo que estaba diciendo él. Sonreí. -Sí, fue genial, con maestría, con sangre fría-, le respondí, tratando de imaginarlo haciendo ese gol desde los doce pasos. -Tengo que volver a Argentina, me contó, hoy en la noche sale mi vuelo, mañana tengo que practicar con mi club. Te escribo a tu red social- Yo estaba flotando en las estrellas, pensando en sus brazotes, sus piernas, su sonrisa larga y varonil. -Aquí estaré esperándote-, se me ocurrió decir obnubilada. -Así me gusta-, me mandó un besote a través del móvil que se escuchó como un cañonazo. Recién iba a ponerme a desayunar cuando me llamó Maldonado, el reportero el Tiro Libre. -Qué rica entrevista, Roxy, estuvo súper buena-, me felicitó también. -Gracias Beto, le dije devorándome los huevos fritos que me había hecho mi madre, traté de hacer una entrevista divertida- -Y la hiciste. Está súper bestial. Te paso con la loca Daniela-, me anunció. Sorbí mi café apurada. -Te pasaste mona (así me dice ella, no sé por qué), qué buena central. ¿Has visto los cables? Han rebotado tu entrevista- -Bueno, alguna me tenía que ligar pues, loca, hacía tiempo que no la pegaba con ninguna-, me alegré. -Ya te lo he dicho un millón de veces, mona, tu lugar es deportes, tienes que escribir deportes, qué diablos hace peleándote con los manifestantes en las calles o persiguiendo ladrones-, me insistió ella sin dejar de reírse. -Veremos, loquita, a lo mejor esto es mi catapulta a deportes je je je-, estallé en risotadas.
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