Aunque Isabella hubiera querido usar un traje de baño más modesto, era imposible cuando ella no había escogido ni una sola de las prendas que había en las maletas, así que no había otra opción más que adaptarse y guardarse sus complejos. Ella se giró sobre los talones con algo de incomodidad y la vergüenza fue más grande, cuando se encontró con Máximo mirándola fijamente con la boca literalmente abierta. — Ah… Eh… ¿Estás lista? — Balbuceó Máximo cuando la tuvo de frente, rascándose el cuello para disimular y sintiéndose tan ridículo como un crío inexperto. — Sí, podemos empezar. — Murmuró ella con las mejillas coloradas, lo que la hizo ver más hermosa para Máximo, quien tragó grueso. Entraron juntos en la piscina y Máximo empezó por explicarle lo básico, como los movimientos y los dife