—¡Sebastián, tu ausencia pone en peligro a nuestro reino! ¿Cómo te atreves a mentir sobre tu salud para eludir tus deberes militares en un momento tan crítico? Tu imprudencia podría costarnos caro — reprochó Emilia con mirada severa, sin percatarse de la extraña transformación en la salud del conde.
El conde Sebastián, al acercarse a su madre, la noble matrona del linaje, inclinó la cabeza con honor y respeto. —Madre, permíteme asegurarte que mi mejoría no es una artimaña. Algo misterioso ha cambiado en mi salud —declaró con sinceridad.
No obstante, su tono adquirió una seriedad marcada cuando continuó, —Hay un asunto de gran relevancia que debo discutir con la princesa Eleonora. Las sombras se ciernen sobre nosotros y mi deber es abordarlas antes de que amenacen nuestra tranquilidad.
