—¡Eleonora! De verdad, ¿eres tú? ¡Eleonora! Al Eleonora captar una visión diferente de la que antes había tenido se sobresaltó, sin embargo, guiada por su corazón empezó a acercarse a Sebastián: —Sí, soy yo. ¿Sebastián? —interrogó, aun sin poder creer lo que estaba ocurriendo. Sebastián en un tono agitado respondió: —Sí, soy. Esto es un sueño, pensé que te había perdido, qué jamás podría volver a verte. ¡Eleonora! Mi Eleonora… Eleonora se acerca sonriente y le limpia el sudor con ternura, —Estoy aquí, mi querido Sebastián, a tu lado. —Perdona mi agitación, princesa. Es que, sin ti, todo se vuelve un caos —suspiró aliviado. —No tienes que disculparte. Estoy aquí y también puedo verte. ¿Qué te preocupa tanto? —La idea de perderte, de no tenerte a mi lado, me llena de temor. Tienes