En el palacio de Thornefield el conde Sebastián se hallaba en su estudio intrigado y pensando en su futuro. El embarazo de Elena avanzaba cada día y sentía nervios al pensar que en poco tiempo tendría que cuidar de un bebé. Una de sus empleadas le avisó que su mejor amigo había venido a visitarle y él sin perder tiempo le pidió que lo hiciera pasar : —¡Conde Sebastian! Hace tiempo que no nos veíamos. ¿Puedo entrar? —¡Sir Luciano! Por supuesto, siempre es un placer recibirte en mi hogar. ¿A qué debo el honor de tu visita? —Bueno, tengo algo que necesito compartir contigo. Anoche asistí a una subasta de caridad y, para mi sorpresa, vi a Eleonora entre los asistentes. —¿Eleonora? ¿En una subasta de caridad? Eso es inusual. ¿Cómo está? —Parece que no tan bien como podríamos pensar. Mira