Narrador Los pasillos de aquel hospital estaban totalmente vacíos, era uno de esos días raros donde nada ocurría, de los que por ahí uno oye, pero no se atreve a hablar porque como bien se sabe, jamás en un hospital se dice “está todo muy tranquilo” y mucho menos el famoso “no pasa nada”, porque es como llamar a Zeus, Poseidón y todos los dioses del olimpo a una magnifica fiesta del caos y nadie en su sano juicio quería eso. Sus tacones rojos sonaban por los largos pasillos del hospital, llevaba un pantalón de vestir n***o, remera roja y su habitual bata blanca. Si alguno se la encontraba por la calle se quedaba totalmente embelesado, pues nuestra chica en cuestión era todo lo referido a belleza, sus piernas estilizadas, ojos grises como el titanio y cabello marrón como si de un chocola