CAPÍTULO 3: Alguien con quien bailar.

1339 Words
〔Manuel〕 Mi primer día de clases fue en realidad muy raro por no decir fatal. No sólo me aburrí en clase terriblemente si no que a la hora de ir a escoger el taller para inscribirme, me llevé la sorpresa que ya todo estaba lleno y que los únicos que sobraban eran baile y carpintería; le dije a la maestra que mañana decidiría porque debía comentarle a mis padres y así lo hice, en cuánto crucé la puerta y vi a mi madre la abracé. —¿Podemos regresarnos a México? — Le pregunté y ella se separó un poco de mi y luego se bajó a mi altura para verme a los ojos. —¿Qué pasó mi pequeño? ¿Mal día? —¡Horrible! Ya no quiero estar aquí. —No creo que haya sido tan malo ¿o sí? Bueno, primero platícame porque estuvo bien y luego porqué estuvo mal. Respiro, dejo mis cosas al lado y voy con ella hasta la sala que al parecer mi madre ya arregló por completo porque se ve mejor.— Pues, me hice amigo de Ainhoa Canarias.— Hablo. —¡Guau! Ainhoa es tu amiga ya ves, eso es genial. —Sí y pues estuvimos juntos en el receso, me presentó a sus amigos, Brandon, Santiago, Laura y Letizia, y parecen buena onda. —Bueno, al menos uno de mis hijos es amigo de un Canarias, ya ves que a Luz David le cayó de la patada.— Comenta. Es un engreído, presumido, tonto y hace chistes que ni dan risa… pobre de la que se case con él escúchanos la voz de mi hermana Luz desde lejos. —Ainhoa es linda, platica mucho y me enseñó todo el colegio y así… —¿Pero? —Pero lo malo es que estoy aburrido en clases, mamá, no sé si no entiendo o ya lo entiendo todo y para mala suerte ya no alcancé lugar en los talleres que quería y sólo quedó baile o música. —¡Uy!— Dijo mi mamá, mientras acariciaba mi cabello.— Eso no está muy bien que digamos. —Ahora quieren que escoja un taller nuevo pero no me convence ninguno, no me gusta tocar instrumentos y menos bailar, es para niñas. —¿Para niñas? ¿Qué me dices de Joaquín Cortés? —¿De quién? — Pregunto con un rostro que la hace reír. —Joaquín Cortés, el bailarín de flamenco, es bueno y baila muy bonito, tu padre está un poco celoso de Joaquín Cortés. —Es porque a mamá le gusta su cuerpo.— Escucho la voz de María Julia detrás de mí. Mi madre voltea y la ve con esa mirada de “cállate” que siempre tiene y luego le dice—¿No tienes tarea María Julia? —Ash.— Responde y luego se regresa al comedor donde está Luz ya sentada para empezar a hacer la tarea como solíamos hacerlo en México cuando llegábamos de la escuela. —Por eso me quiero regresar a México, allá si había karate, ya iba a obtener mi cinta marrón. —¿Sólo porque no te dieron un taller te quieres regresar? —Sí. —No Manuel, así no funcionan las cosas, es como si yo me quisiera regresar porque no me gusta mi habitación o la cocina.— Me abraza.— Debemos darle una oportunidad ¿Si? Tu padre tiene un buen trabajo acá y quiere lo mejor para nosotros, seguro se arreglará.—Mi madre sonríe.— Si no hay un taller que te guste no entres ¿si? Y si te dicen que debes tomar uno obligatoriamente lo compensaremos con una clase que a ti te guste. —¿Como karate? —Como karate.— Y me da un beso sobre la frente. —¿Me lo prometes? —Te lo prometo.— Y hace una cruz sobre su corazón.—Ahora, vamos a hacer la tarde antes de que llegue tu papá y quiere platicarnos su largo día. —Espero hoy comamos de esa pizza rica de la otra vez. —Nop, cenaremos albóndigas.— Contesta mi mamá. —¡Ay no! Y el día sigue empeorando, sabes que no me gustan las albóndigas. De mal humor, me pongo se pie y camino hacia la mochila para sacar los cuadernos de matemáticas y geografía. El papelito que Ainhoa me dio se cae de pronto y lo recojo del suelo para ver su hermosa letra con esa tinta de brillos. Sonrío y de pronto me olvido de lo que hay para cenar. Lo doblo, lo meto en mi mochila para ir luego al comedor con mis hermanas y mi madre para comenzar a hacer la tarea. ****** Entonces otro día llegó, y después de que mis padres nos volvieron a dejar en la escuela, esta vez sentí muchas ganas de llorar y regresarme corriendo al auto para rogarle a mi padre que nos fuéramos de aquí, pero mientras veía como Mateu se iba sentí que alguien tocó mi hombro y al darme la vuelta vi a Ainhoa Canarias sonriente. —Hola Manuel.— Me dijo alegre—¿Hiciste la tarea de geografía? —Sí.— Contesté.— Estuvo muy fácil, me gusta la geografía. —A mí me gusta la literatura. —A mí no… ¡guácala! —¡No te gusta! Uy… pues odiaras la siguiente clase, ven vamos. Ella quitada de la pena me tomó de la mano y comenzó a jalarme hacia adentro de la escuela sin que yo me pudiera resistir. La mochila me pesaba, los pies no querían que caminara pero la mano de ella era fuerte y segura por lo que me esforzaba en seguirle el ritmo. Así volvía a empezar otro día con ella en la escuela, pasando de lección en lección en lección, hasta que llegó el momento de decidir cuál sería la actividad que escogería como taller, así que, separándome de Ainhoa, entré con el consejero del colegio que enseguida me reconfirmó que sólo había lugares para esas dos clases y que debía escoger antes de que el colegio me asignara una. —Tal vez Manuel.— Me dijo el consejero con un acento español muy marcado.— Podrías probar hoy una hora de música y una hora de baile… ¿Qué te parece? —Bueno.— Contesté y simplemente me puse de pie para dirigirme hacia el salón de música. —No, no… vamos primero a danza, en música ahora están haciendo unas audiciones. —Bueno.— Contesté desganado. Comenzamos a caminar lado a lado sobre el pasillo que después nos sacaría al auditorio de la escuela donde se impartían las clases de baile y de danza aérea. Después de unos momentos entramos al lugar donde varios niños estaban en fila haciendo varios movimientos al compás de la música, entre ellos Ainhoa, con su cabello rizado amarrado con un pequeño chongo, moviéndose segura. El consejero me acercó un poco más mientras la maestra daba instrucciones en francés que todos seguía. —Maestra Aimée, le traigo un estudiante de prueba, su nombre es Manuel Ruíz de Con.— Logré escuchar entre la música, porque yo veía atentamente a Ainhoa quién bailaba con tanta seguridad y tanto ímpetu que por el momento me hipnotizó por completo, era como si de pronto todo lo que estuviera alrededor de mi desapareciera, como si mis problemas fueran mínimos, como si mi lugar fuera aquí y no en otro país. Hay algo en Ainhoa que me encanta, que me hechiza, es como si ella, de alguna manera, fuera alguien que tuviera que tener en mi vida, alguien con quién bailar. —Joven Ruíz de Con.— Escucho que me hablan y volteo de inmediato a ver al consejero. —La clase con la maestra Aimée… —Sí.— Lo interrumpo sin más.— Quiero quedarme en clase con la maestra Aimée. — Digo seguro.— Quiero entrar al taller de baile.
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