Ainhoa No quiero hablar con nadie, con absolutamente nadie sin embargo, no me separo de los brazos de mi hermano que desde que subí al auto saliendo del registro me abrazó como si me estuviera protegiendo de una manera tan paternal que no me lo puedo creer. No sé qué hace aquí, pero puedo decir que me alegro mucho de que haya venido, sobre todo cuando el rostro de mi padre es duro, frío y sin una pizca de empatía. ―Ainhoa, tomarás tus cosas y volarás a Ibiza con nosotros.― Habla firme.― Te prohíbo ir a Londres. ―¿Qué? ― Pregunto. ―Así es,te prohíbo regresar a Londres, se terminó para ti ese sueño patético de ser bailarina de ballet y te enfocarás en estudiar algo que tenga beneficio para la compañía, para la familia y para tí. Abro los ojos sorprendida sin poder creerlo y un líge