Manuel Regresar a casa y tomar la nota que le dejé a mi madre en cierta forma me da alivio. Ella nunca la verá y por lo que dijo mi padre, nunca sabrá que pasó.Volar de Barcelona a Ibiza fue una tortura, el vuelo más incómodo y a la vez elegante que he tenido en mi vida ya que mi padre tomó prestado uno de los aviones de la compañía para poder llegar a tiempo. Nos subimos sin decir palabra, él se sentó en un asiento lejos de mí y yo en uno que me dejaba verlo sin que se diera cuenta. Sin ninguna mirada, ni nada que me diera una señal de cómo se sentía en ese instante, comenzó a ver su móvil ignorado por completo todo, enseñándome así su lado más frío uno que creo nadie había visto antes. No hubo palabras de consuelo, ni regaños, nada, sólo su silencio que jamás olvidaré pero que sé