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Una vez salimos del jacuzzi, Connor me acostó en la cama, tomo una crema de mi neceser y empezó a untar en mi cuerpo con delicadeza, de forma provocativa, serio, disfrutando de lo que hacía. Empezó por mis piernas hasta llegar a la ingle, luego mi abdomen, mi espalda, mis glúteos que no están tan duros como los de él, pero sirven y termina en mis senos. - Ya estás hidratada. - Sí, muy excitada — se ríe — up, entendí mal — digo con picardía. Se instala entre mis piernas. - ¿Estás más relajada? - El mejor baño de mi vida, el mejor cumpleaños y regalo. - Veamos si podemos subir de nivel — vuelve a poner sus manos entre mis piernas — ya estás húmeda y estoy seguro de que seque aquí. - Eso es lo que tú me provocas. Le da círculos a mi clítoris y una vez mi cuerpo se remueve bajo el suy