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Donna me lleva hasta la casa y aprovechamos para hablar. - No te ves tan confundida como ayer — le pregunto. - No entiendo a los hombres. - Son básicos, Donna. Te tienen como un trofeo, a veces te prestan atención, otras no, pero la mayoría creen que te tienen en sus manos y cuando ven que la presa se les está escapando les entra el amor; los recuerdos y todo eso que creen que es suficiente para volver con ellos. - Albert me invitó a cenar. - ¿En su casa o en la tuya? - En un restaurante, quiere que hablemos. — ahí está, una muestra de que se le está yendo la presa. - Tal vez llueva por ese milagro ¿Y qué le dijiste? - Acepte, nos debemos una conversación y le dejaré las cosas claras; no volveré con él. - ¿Estás segura? Albert