El único sentimiento que sentía en ese momento Katherine era el miedo, ver aquella estatua con vida caminando hacia ella le causaba temor y más cuando se trataba de una de las tres deidades más poderosas. Con cada paso que daba la Diosa, Katherine daba dos pasos hacia atrás, queriendo tener una distancia prudente con ella. La Diosa Roja mostraba una sonrisa cínica, observando a Katherine como si fuera un juguete. ― Yo no te he invocado a ti… ― La osadía que mostraba Katherine le gustaba a la deidad, sabía que la humana sentía miedo, pero aun así no lo mostraba directamente. ― Le pedí un deseo puro a tu hermana, la Diosa Blanca. ― Lo último ocasiono que la deidad roja soltara una carcajada, aquella risa había hecho eco en todo el lugar. ― Oh, cariño… No me hagas reír, tu corazón no es pur