Capítulo 7

3314 Words
—¿Así que él es, el famoso Ángelo?— dice sardónicamente Alessandria. Cierra la puerta del auto y se aproxima a nosotros. Su ropa es diferente a la de hace unas horas. Una blusa de manga larga blanca, zapatillas negras de tacón alto y una falda negra corta, ajustada a su pequeños pero bien contorneados glúteos. Es difícil para Ángelo no admirar su belleza frente a mi. Aunque trata de disimularlo. Además es imposible que él no muestre esa sonrisa coqueta cuando ve a una mujer hermosa— ¡Es todo un placer! Ella le proporciona su mano en un ágil pero delicado movimiento. Ángelo sonríe aun más y toma su mano con suavidad. Se inclina hacia ella y besa su mano. La mira de reojo y se endereza. —Es un todo un honor conocerla ¿Señorita?—En la mirada de Ángelo hay intriga. Alessandria parece cautivada por la atención que mi amigo le ofrece. Sonríe mostrando una dentadura blanca. Los dos están mirándose de manera extraña, podría decirse que coquetean con la mirada. Eso me da repulsión. Aclaro la garganta y Ángelo me mira de reojo. Descubre mi molestia. — ¿Entramos?— Les sugiero fastidiada. Al momento de querer abrir la puerta Edmund, abrió para nosotros. — ¡Bienvenidos!— Dice cortésmente — ¡Gracias!—le respondo igualmente— ¿Podrías poner estas flores en un florero y ponerlas en el comedor por favor? Le arrebato las flores de la mano a Ángelo. Me mira desconcertado pero le divierte que me comporte así con él. El mayordomo Edmund toma las flores con delicadeza y se marcha dejándonos, a los tres solos. — ¿Por qué no nos ponemos cómodos?— Sugiere Alessandria señalando con su mano hacia un pasillo— ¡Síganme! Me quedo boquiabierta, ahora que será la esposa de Joseph, a nadie parece importarle que entre en la casa como si fuera suya y se tome libertades que aun no le corresponden. Sin embargo, no tengo el valor para insinuarle que lo que hace esta mal. No quiero tener problemas con Joseph si ella llegara a mencionarle mi queja sobre ella. La seguimos sin decirle nada, entramos en una de las habitaciones cerca del despacho de la oficina de mi padre. Era una pequeña sala decorada en tonos claros, y decorada para una mujer. Tomamos asiento, ella saco una campanilla que estaba colocada en un estuche sobre una pequeña mesa de cristal. Repentinamente entro una mujer que no logré reconocer. Su apariencia era temible, su cara inspiraba terror, podría tener pesadillas con solo recordar esa expresión tan fría y amarga. — ¿Desea algo señora?—pregunta en tono riguroso. ¿Señora? me sorprende a que limites ha llegado su descaro. ¿Mi madre habrá permitido todo esto? —Algunos aperitivos y un poco de té—sugiere con una sonrisa. La nueva empleada asiente con la cabeza y se marcha. Alessandria se acomoda en un gran sillón de color rosa pastel. Mi mente divaga y lo único que se me ocurre al ver ese gran sofá es “Próxima Dueña y señora de esta casa” Estoy casi segura que mi madre no hubiera estado de acuerdo con todo esto. Sin embargo alguien más tuvo que intervenir para que Alessandria hiciera lo que quisiera. Tal vez Joseph era el culpable, aunque me sentía patética por preocuparme y enfadarme por cosas que me prometí a mí misma, ya no me importarían. — ¿Cuánto tiempo llevan de conocerse?— pregunta con una sonrisa. Algo me dice que es fingida, lo siento en su mirada, un sexto sentido me lo dice, pero Ángelo parece no reconocer la falsedad de este tipo de mujeres. Al principio creí que Alessandria era una buena mujer pero poco a poco voy conociendo sus verdaderas intenciones. —Casi cuatro años— le responde Ángelo. — ¿Están saliendo juntos?— Entrecierro los ojos. Eso es algo que no le importa y tampoco algo que yo quisiera comentar. — ¡No!— vuelve a contestar Ángelo. La señora de aspecto cruel y atormentadora, vuelve a entrar en la habitación, con las cosas que pidió la nueva ama y señora de la mansión. Deja unos pequeños postres en la mesa con una jarra de porcelana blanca y unas tazas adorables. ¡Su actitud me está volviendo loca! Odio su sonrisa falsa. Odio que se quisiera robar el amor de mi padre, Odio que se sienta dueña de este lugar, Odio que me quiera quitar a mi hermano. — ¿Cuándo piensas mudarte aquí?— Digo con una clara sonrisa. Soy de esas personas agradé, comenzando con una clara y cordial sonrisa. — ¿Disculpa?— Me mira desconcertada. Mi pregunta le ha borrado esa sonrisa simulada que ya me había fastidiado. Agarro una de las pequeñas tazas con su respectivo platito, cruzo las pernas y acomodo mi cuerpo contra el respaldo del sofá. Ángelo solo me obsequia una sonrisa y mueve la cabeza varias veces. Sabe que es lo que estoy a punto de hacer. —Veo que ya te has acomodado en la mansión, esta habitación es muy hermosa y quiero suponer que los muebles son bastante caros— Le insinúo llenándome de una mezcla conflictiva de fastidio y orgullo. — ¿Qué quieres decir con eso?— Entrecierra los ojos indignada. —Te estás tomando muy enserio lo de ser la esposa de Joseph, no confundas tu posición en esta casa—le digo exasperada. Me levanto de mi lugar, su mirada se ensombreció y adopto una siniestra actitud. La poca amabilidad que tenia conmigo se desvaneció con mis palabras. — ¿Y lo dice la hija bastarda de una prostituta?— Un silencio denso y profundo oscureció los colores de la habitación. Cierro los puños fuertemente, me duele. Siento las uñas de mis manos lastimar una capa de mi piel. Me mantengo en silencio hasta que entiende mi mudez como una clara victoria. —Pero a mi parecer vas tomando el mismo camino—exclamo con triunfo y una sonrisa. Su mirada vuelve a clavarse en mi como un flecha, queriendo destruirme si pudiera hacerlo. — ¡Lárgate!— exclama arrojando en mi dirección la taza con el té caliente. Por fortuna falla. — ¡No!— le grito avanzando hacia ella. Ángelo me toma de la mano y evitando que la golpeé. — ¿Pero qué sucede?— grita la voz de mi madre, entrando rápidamente en la habitación. Me mira sorprendida, su mirada inspecciona el lugar y todos posamos la mirada en ella— ¡Vaya¡ ¡Vaya! ¡Vaya! Pero ¿Qué tenemos aquí? ¡La pequeña zorrita fue acorralada en su propia madriguera! Mi madre se pasea por la habitación con aire de superioridad. Al parecer también ha tenido encuentros infortunados con ella. Su esbelta figura en un traje rojo carmesí se contonea por el lugar hasta llegar a Alessandria. —Parece que a mi hija no pudiste engañarla— Le exclama cerca del rostro. —Las dos se han metido en graves problemas—Amenaza con lágrimas en el rostro. — ¿Y qué harás?— Se burla mi madre— ¡Por lo que yo escuche! ¿No acabas de insultar a la única y querida hermana de tu prometido? La que tendrá problemas aquí, eres tú. Mi madre me tomo de la mano y me jalo fuera de la habitación. Ángelo siguió detrás de mí hasta alejarnos de ella. Nos detuvimos en las escaleras para hablar sobre el tema Ángelo se aparto unos metros de nosotros dándonos espacio a mi madre y a mí. Inspeccionaba el lugar. —Es mi culpa por no advertirte de esa ¡Estúpida!— Dice mi madre con arrepentimiento— Pero ahora que ya sabes lo que quiere de esta casa es mejor que te mantengas al margen, tampoco queremos molestar a Joseph con las quejas que llegara a decir de ti. — ¿Quién es ella? ¿Y qué quiere? ¿Dinero?—Me sorprende la reacción de mi madre, vino en mi auxilio por lo que vi y escuche. —No solo eso, quiere echarnos de esta casa— Da un suspiro y añade—Hubo un tiempo en que Joseph estuvo a punto de suicidarse. — ¿Qué? —Eso fue hace mucho tiempo, pero quien lo encontró antes de que algo malo pasara fue ella. Además tu padre le tiene un sincero afecto desde aquello. Fue él quien arreglo todo para que esa busca-fortunas estuviera más cerca de Joseph. Pobre de tu padre, tan ingenuo. — ¿Y cómo permitiste que eso pasara ?—murmuro al ver cerca a Ángelo— No te considerabas la única Diosa que mi padre debía adorar ¿Dónde está la mujer tenaz que todo lo consigue? — ¡No podía hacer nada, esa parecía ser la única opción! Joseph estaba determinado a acabar con su vida—Dice en voz baja—Su depresión era grave y no permitía que nadie se le acercara excepto ella. — ¿Por qué nadie me dijo nada? — ¿Y qué hubieras hecho si te decían lo que ocurría aquí? No tenías planes de volver— me regaña severamente. — ¡Lo hubiera hecho si al menos me consideraran de la familia!— Le revelo bruscamente. —Eso ya no importa—vuelve a murmurar casi gritándome— Engatusó a tu hermano para que se casaran y lo logro, pero ahora pretende que tu padre deje su puesto en las empresas como presidente. —Pero no se supone que al final de cuentas el tendrá que llevar la dirección de la empresa. —Aun sabes muy poco sobre ella, pero ahora que estas aquí te darás cuenta de sus objetivos y también podrás ayudarme a sacarla de nuestras vidas. —No puedo hacerlo— digo analizando la situación que acaba de exponer mi madre— Si Joseph no lo hace por sí solo, no podremos deshacernos de ella. Escuchamos el ronroneo de dos autos que provenía de la entrada. Mi madre se separa de mí ligeramente y Ángelo por fin se aproxima a nosotras. Ella se queda mirando a mi amigo un poco avergonzada. — ¡Ah! El es mi querido amigo, Ángelo Mauro Zariatti Bellucci— Doy un respiro al mencionar tan largo nombre. Como odio pronunciar su nombre completo, el lo malo de los italianos. Pero sin dudarlo son los chicos más románticos y atractivos que en mi vida haya admirado. Mi madre se detiene a analizarlo un par de segundos, Muestra una sonrisa al estudiarlo con mucho cuidado. Lo que ven sus ojos le agrada. Muestra una sonrisa, para variar sincera. — ¿Disculpa, dijiste Zariatti?— Mi madre entrecierra los ojos tratando de acordarse sobre algo. —Si, tal vez le sea familiar el apellido. Mi madre es la directora general y dueña de los Hoteles Resort Zariatti Inc. — Responde Ángelo fingiendo alegría. No le gusta hablar sobre ello. — ¡Vaya niña, hasta que por fin encontraste un hombre que vale la pena!— Dice con satisfacción en el rostro. Le ofrece varias sonrisas hipócritas y comienza a caminar hacia el vestíbulo en compañía de Ángelo. Debido al negocio de su familia, mi madre intentara procurarlo mientras esté aquí. — ¡Por favor siéntete como en tu casa Joven Zariatti, aquí siempre serás bienvenido!—Dice alzando la voz con júbilo— ¡Quiero ofrecerte una disculpa por lo que acabas de presenciar! ¡Son simples problemas familiares! El me mira de reojo mientras mi madre continua alagando a su familia y el servicio que ofrecen en sus más selectos hoteles de lujo. Sé que está un poco incomodo con mi madre a su lado, pero por el momento no puedo más que compadecerme de él. —Por favor Sra. Grosvenor no se preocupe por mí en lo absoluto, no tiene que ofrecerme disculpas para nada. — ¡Por favor no me llames Señora!— replica con tristeza fingida— Llámame Giselle, es menos informal que Señora. Me haces sentir muy vieja. Ángelo asiente con la cabeza, se detienen en el vestíbulo, se escuchan voces detrás de las puertas. Repentinamente aparece Edmund detrás de nosotros para abrir la puerta, como lo hizo con anteriormente. Se abre las puertas, Joseph y mi padre sostiene una conversación relajada, tal vez mi padre ya lo perdono. — ¡Querido!— Exclama mi madre con gusto, acercándose a él para darle un beso en los labios. No tengo idea si lo hace por costumbre o simplemente así recibe a mi padre. — ¡Amor! ¡Qué recibimiento!— Exclama con satisfacción en su voz— Que sorpresa tan grata ver a las dos mujeres más importantes de mi vida reunidas para recibirme. Me acerco para darle un beso en la mejilla a mi padre, el se inclina para que pueda alcanzarlo. Es demasiado alto, incluso de puntitas apenas llego a su cuello. Mira extrañado a Ángelo pero sonríe de igual modo. Esta noche promete ser interesante para él. — ¿Disculpe caballero? pero parece que no nos han presentado— Mi padre parece comenzar con el interrogatorio que tendrá durante toda la velada con él —El es un amigo de Italia de tu hija— responde mi madre con gozo y sonrisas— Su nombre es Ángelo Mauro Zariatti Bellucci. Mi padre sonríe, y le ofrece la mano a Ángelo. El responde rápidamente y se dan un fuerte apretón. Las formalidades parecen terminar pero cuando dirijo la mirada a un lado noto a Joseph enfadado y con una expresión descontenta. — ¿Acaso eres hijo de Patrizia y Enrico Zariatti?— Suelta mi padre con intriga —Así es señor, son mis padres— Se dibuja una ligera mueca en los labios de Ángelo. Mencionar a sus padres es un martirio que lo seguirá hasta la tumba. Rápidamente se forma una sonrisa forzada. — ¡Vaya! ¡Esta noche será muy interesante! ¿Le agradaría tomar una copa antes de cenar? Para abrir el apetito claro. Es una petición que no puede negar y es llevado al pequeño bar de mi padre en la mansión sin opción de escapatoria. — ¿Dónde está Alessandria?— pregunta Joseph un poco extrañado de no ver a su prometida ya colgada de su cuello. —Tal vez escondiéndose de vergüenza— replica mi madre con enfado. Joseph le mira fríamente. — ¿Qué fue lo que le hiciste esta vez?—grita furioso. — ¿Yo?— dice irónica— Creo que deberías averiguar qué fue lo que hizo ella. Por poco le quema el rostro a tu hermana. Una cruel mentira, aunque lo intento su puntería no era exactamente muy buena. — ¿Qué?— Me mira esperando una respuesta. No puedo articular palabras, eso sería mentirle, no quiero causar más problemas. Pero no puedo evitar asentir con la cabeza avergonzada, yo la provoque. Pero tenía que hacerlo. Al menos para saber si sus intenciones eran las que yo creía. Y gracias a mi madre ahora sabía toda la verdad. Joseph se marcha en dirección al saloncito asignado exclusivamente para ella. Esta enfadado. Y yo soy la culpable. Soy un imán de problemas, tal como Ángelo lo declaro y en lo particular soy experta para hacer enojar a Joseph. Mi madre y yo fuimos a la cocina, el chef de la casa había preparado un festín especial para todos nosotros pero no esperaba que Joseph o su prometida se presentaran. Al cabo de media hora, mi padre llego con Ángelo. Una pequeña amistad se había formado en tan solo treinta minutos, Aun sostenían copas en sus manos, cualquier conversación que hubieran tenido en el bar había bastado para que mi padre lo tratara como a su igual, y eso no parecía molestarle en lo absoluto a mi querido amigo. — ¡Por favor joven Zariatti acompáñenos en esta humilde cena que hemos preparado para usted! La cena iba de maravilla, aunque mi padre no dejaba de ofrecerle algunos tragos que Ángelo no podía rechazar. La cena era exquisita, realmente no tenía nada de humilde, y la especialidad de esta noche, comida tradicional de Italia. — ¡Muchas gracias señor Grosvenor! Esta noche ha sido muy especial para mí—exclama con un tono extraño en su voz. Las copas están haciendo efecto rápidamente. —Es un placer hijo, por favor ten la libertad de visitarnos cualquier día que desees. Esta es tu casa— Mi padre se levanto de su lugar pero al igual que Ángelo, la bebida le hizo perder el equilibrio, mi madre se levanto de su lugar para ayudarlo a sostenerse. —Creo que deberías ir a recostarte cariño— sugiere mi madre un poco molesta con el. —Tendrás que disculparme jovencito, pero creo que ya no tengo la misma energía de antes. El vino italiano tiene resultados muy fuertes—dice mi padre tambaleándose de su lugar con mi madre sosteniéndolo de un lado. —El vino italiano es dulce pero para quien no está acostumbrado es un poco severo. Y las consecuencia es una resaca terrible al día siguiente—Explica con mucho detalle, sus mejillas están completamente rozadas. Yo también debo llevarme a Ángelo de aquí antes de que quiera darme a probar el vino. Me levanto de mi asiento y abrazo a Ángelo para poder levantarlo. Edmund me hace unas señas desde la puerta de la cocina para acercase y poder ayudarme. Muevo la cabeza varias veces para decirle que no es necesario porque Ángelo tiene la apariencia de resistir un poco su cuerpo mientras yo lo guio. Fue muy difícil subirlo por las escaleras, se puso necio porque quería seguir bebiendo con mi padre. Me había arrepentido de no dejar que Edmund me ayudara con él. Lo lleve a mi habitación, ninguna habitación cercana estaba abierta. Tenía que volver y buscar a Edmund para que me proporcionara una de las llaves de las habitaciones para huéspedes. —No tardare Ángelo, vendré con ayuda—Murmuro al dejar caer sobre mi cama el cuerpo casi inconsciente de Ángelo. — ¡Espera!— dice alterado, me jala del brazo y caigo sobre la cama. Siento que su cuerpo gira y se coloca encima de mí. Puedo sentir y oler su aliento alcohólico. Trato de empujarlo con el peso de mi cuerpo pero es demasiado fuerte. —Ángelo, pesas demasiado. Por favor quítate— le suplico en susurro. Esta oscuro no puedo ver exactamente que hace. Me quedo quieta esperando se haya quedado dormido en esa posición para empujarlo. Sus manos se mueven rápidamente y buscan mis pechos. No encuentra la manera de encontrarlos así que rompe mi vestido— ¡Ángelo! El alcohol tiene un extraño efecto en el. Toma mis manos aprisionándolas fuertemente con una de las suyas. No puedo moverme, Siento que su otra mano acaricia mi piel cerca de uno de mis senos, pasa los dedos con suavidad sobre mi sostén. — ¡Ángelo detente!— vuelvo a suplicarle— ¡Déjame! Escucho un fuerte sonido. Y noto poca luz que proviene detrás de Ángelo. Inesperadamente el peso de Ángelo se desvanece de encima de mí. Todo mi cuerpo recupera su movilidad. Y escucho varios golpes a un lado, gemidos y jadeos. Enciendo la lámpara que se encuentra en una mesita a un lado de mi cama. Joseph golpea con fuerza el cuerpo inconsciente de Ángel sobre el suelo. — ¡Joseph!— logro pronunciar, se forma un nudo en mi garganta que no puedo tragarme. Estoy tan aliviada y feliz de verlo aquí. Mis sollozos comienzan a escucharse en la habitación. Joseph recupera la cordura de lo que está haciendo y se sienta a mi lado y me abrazo fuertemente. —¡Perdóname Aby!— murmura sin aliento.
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