Capítulo 3

1615 Words
Ese extraño comportamiento de Joseph me tiene un tanto confundida, quizás tenga un déficit de atención o bipolaridad. No soy psicóloga como para sacar mis propias conclusiones, pero sin duda ha cambiado demasiado como para asustarme. Salgo de la oficina de mi padre con dirección al vestíbulo para averiguar si mis maletas arribaron, pero por el pasillo escucho algunas risas. Logro distinguir la voz de Joseph y una voz femenina. —Lo siento—murmura la voz femenina. -—No lo sientas pequeña, sabes que me encanta—menciona Joseph en un tono seductor. ¿¡Con quién está!? ¿¡Y qué están haciendo!? —No deberías hacer esto aquí, alguien podría vernos—vuelve a murmurar la mujer. —No te preocupes, si nos ven los empleados no dirán nada—Insinúa Joseph. ¿¡Qué rayos hacen!? Un extraño sentimiento invadió mi cuerpo, al escuchar las risas e insinuaciones, mi alocada imaginación solo piensa en una cosa, sexo. No puedo contener el disgusto y menos si lo están haciendo en el vestíbulo, ¿Acaso no existen los hoteles? —Pero mencionaste que tu hermana estaba aquí—dice la mujer con voz agitada. Logro oír un sonido que me confunde. "Espero que se estén besando" "Que sea un beso y nada más" pienso mientras mi mente se crea ideas al respecto. ¿Qué hago? ¿Qué hago? Regreso por el camino que vine y me apresuro a llegar a la oficina de mi padre, busco entre los estantes varios libros y regreso sin cerrar la puerta. Llevo entre las manos una pila de libros que está a punto de caerse. Reúno fuerzas para que mi idea funcione. Continúo avanzando hasta llegar al vestíbulo, y por fin algunos caen por la fuerza de gravedad. —Mierda—musita al ver a Joseph y a su acompañante. Miro hacia abajo, mis libros están por todos lados, aunque al menos se detuvieron. Logro ver de reojo que la chica se acomoda la blusa y Joseph trata de ayudarme a recoger los libros del suelo. —Lo siento—pronuncio en tono de arrepentimiento, solo espero que me crea —No importa—dice Joseph con las mejillas enrojecidas—¿Llevas todo esto a tu habitación? —Si—miento—aunque creo que son demasiados pesados para llevarlos yo sola. Me levanto junto con Joseph que también sostiene entre las manos varios libros. Y miro a la chica de arriba abajo. Ella me mira directamente a los ojos y me sonríe. —Hola—dice mostrando una blanca sonrisa. La chica es linda, tal vez sea una modelo o algo así, Su cabello es lacio y rubio sus ojos son azules, es un azul muy intenso, Cuida mucho su aspecto físico. Su ropa se ve linda y sobre todo costoso. Tiene que ser una chica rica. ¡Apuesto mi vida a que si! —¿Qué tal?—logro decir, aunque me cuesta mirar a la joven, ya que me siento un tanto incómoda —Aún no nos han presentado...—le lanza una indirecta a Joseph — ¡Ah!... Abi, ella es Alessandra Carusso—y añade—mi prometida ¡Oh mierda! No sabía que ella era su prometida, aunque aún sigo molesta por lo de antes, pero debo disimular que no vi ni escuche nada. — ¿¡Carusso!?—Pregunto un tanto nerviosa—¿Acaso eres italiana? —No, es el apellido de soltera de mi madre, lo uso para que no me agobie la prensa—Aclara con una sonrisa. —Entonces tu madre es italiana—Vuelvo a insistir con el apellido —Sí, mi madre es originaria de la región de Toscana. —Oh, ya veo —Tú vives en roma ¿Verdad?—Sonríe. —Así es, pero regresé por la fiesta de su compromiso, la cual me perdí—mi voz se hace pequeña porque recuerdo porque tuve que mentir para salir. —Me dijo mi futuro suegro que te sentías mal, así que no te preocupes—dice amablemente. La chica comienza a agradarme. —Bueno creo que soy una molestia—Giro hacia Joseph—Puedes darme mis libros ¿Por favor? —Te acompaño—Lo miro haciendo una señal de desacuerdo. Si ella era su prometida no debía dejarla sola, además los libros no los necesitaba. La verdad no tenía idea cuál era el tema en su interior. —No—digo firme. —Los libros están pesados, déjame llevarlos por ti—insiste frunciendo el ceño. —No, yo puedo llevarlos sola— Digo impaciente aferrándome a los libros que aún llevo en las manos. —¡No seas terca!—gruño enfadado. —No necesito de tu ayuda—insisto nuevamente con furia. Escucho unas carcajadas detrás de nosotros. Alessandria nos mira divertida de la escena. —Llevaré los libros antes de que te los arrebate—le dice a Joseph. Al girar a su dirección. Él ya no está. Avanzo varios escalones mientras su prometida me distrajo —Espera Joseph—grito mientras subo los escalones con dificultad. Los libros si pesan y eso que solo llevo cuatro de ellos. — ¡Fue un gusto conocerte!—Me grita Alessandria desde el vestíbulo. —Igual, fue un placer—Le grito desde el segundo piso. Ahora camino lo más rápido que puedo para encontrar a Joseph. Llego a mi habitación la cual ya está abierta. —No debiste dejar a tu prometida sola—le regaño. Joseph está apoyado sobre la silla de mi pequeño escritorio, curioseando los libros. —No importa, ella conoce la casa. — ¿No se enfadará? —¿Por qué debería? Había muchas razones por las que una mujer podría enfadarse con su prometido, una de ellas era que se sintiera incómoda estando abajo sola. Pero si era la prometida de Joseph, no tendría por qué sentirse mal, porque como su futura esposa, esta sería su casa en cuanto mi padre falleciera. —Tienes razón, muchas gracias por ayudarme. Mi teléfono móvil comienza a sonar, olvide que lo había dejado aquí, me acerco siguiendo el sonido del tono de llamada y por fin lo tomó de su lugar. > dice mi teléfono en letras grandes. Al revisar las llamadas observo el número "13" llamadas de un mismo número. Vuelve a entrar una llamada del mismo número. Miro a mi hermano que aún sigue en la habitación. Y Desvía la mirada antes de que le haga una señal para que se vaya. No me queda otra opción que contestar aunque el este aquí. —No te preocupes por mí, contesta tu llamada—dice Joseph mirándome mal humorado. —Aló—digo al contestar la llamada. — Abi—Dice eufórico Ángelo— ¿Por qué no contestas mis llamadas? —Discúlpame, pero estaba ocupada—Contesto avergonzada. Su tono de voz y el hecho de que me regañe significa que está preocupado por mí. —De acuerdo, pero dijiste que me llamarías cuando llegaras al hotel—responde molesto. —Lo sé, lo sé, pero mis planes cambiaron así que ya no estoy en el hotel —¿Pero por qué? —Bueno tuve un pequeño...—Siento que la mano de Joseph me arrebata el teléfono móvil de la mano en un movimiento ágil e inesperado y lo arroja del otro lado de la habitación cerca de mi cama. —¿Pero qué rayos haces?—Replico furiosa mientras me acerco con rapidez a la cama para levantar el teléfono. — ¿Es tu novio?—pregunta seriamente. — ¡Le colgaste!—respondo furiosa. Mi estado de humor se vuelve n***o. Consigo remarcar, pero me manda directamente a correo de voz. ¿Ángelo se habrá enfadado conmigo por culpa de este tonto? — ¿Es tu novio?—Vuelve a preguntar. —¿Tienes problema con eso?—Logro decir. Noto una expresión muy extraña en Joseph. Vuelve a sonar el tono de llamada del móvil. Nuevamente, Joseph me lo arranca de las manos y lo observa. Seguramente es Ángelo. Gira la pantalla para que yo la mire y de repente mi teléfono se apaga. ¡Oh no¡¿Qué hizo? — ¿Qué haces? ¡Devuélvemelo!—Le grito exasperada. Con una sonrisita entre dientes lo tira sobre la cama, me acerco rápidamente a recogerlo y siento una fuerza sobre mi espalda que me obliga a girar. Me tumbó sobre la cama. —¿Qué... haces?—pregunto asustada. —¿Quién era ese tipo?—cuestiono enfurecido—¿Es tu novio? ¿Ya te acostaste con él? — ¡Quítate de encima!—logro gritar completamente asustada. Noto en su expresión, angustia y tristeza, puedo jurar que había visto una pequeña lágrima. Se recuesta sobre mi pecho. Puedo sentir como mi corazón se acelera cuando deja caer su cabeza sobre el punto donde se halla mi corazón. Tiene mis manos sujetas y no puedo moverme. —¡Joseph!—digo con tristeza. No sé qué es lo que le pasa, pero presiento que es algo malo. ¿Por qué no me lo dice? ¿Qué es lo que pasa con él? — ¡No digas nada!—Susurra con una mezcla de dolor en sus palabras—¡No se lo digas a nadie! —Dime ¿Qué es lo que te ocurre?—Pregunto angustiada. —Solo, necesito...—apenas escucho su voz cuando veo que se levanta y me permite moverme. — ¡Solo necesitaba un momento contigo!—murmura. Impregnando un beso sobre mi mano. Momentos después se marchó de mi habitación.
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