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—Aun no puedo creer que esto esté pasando—Expresa suavemente. Sostiene mi mano derecha y la besa con sutileza. El calor de sus labios sobre mí es agradable— No tengo ningún derecho de besar ni la punta de tu dedo pero aun así, lo hago porque ahora eres mía. —Ni yo —Comencé a llorar de nuevo. Esto estaba mal, muy mal. Sabía que de cualquier forma posible, cualquier relación que llegáramos a tener terminaría terriblemente Sin advertirme volvió a besarme. Sus tibios labios me estremecían. Automáticamente mi cuerpo se acercaba más y más, aferrándome a él oprimiéndolo contra el mío. — ¿Vuelves a llorar?—cuestiona alejándose de mi unos cuantos milímetros. — ¿Qué es lo que vamos hacer si alguien nos descubre?—murmuro tímidamente — ¿Eso te preocupa? —Me preocupa lo que dirán de ti, estas a