Punto de vista de Lily
—¿Five Seconds of Summer o Chord Overstreet?—Le pregunté a Ren mientras nos sentábamos en el sofá y observábamos su pintura terminada.
—Five Seconds of Summer, porque mi hermana los escucha y quiere reventarme los oídos todo el tiempo. —Respondió, con la mirada fija en la pintura. Cuando le eché un vistazo, sus labios se curvaron en una sonrisa cariñosa que lo hacía lucir aún más guapo.
Mi corazón comenzó a latir rápido. Mis mejillas se calentaron.
"Céntrate, Lily, él está fuera de tu alcance… " Me recordé a mí misma.
Esta no era una historia de cuentos de hadas y se suponía que yo debía ser más lista que eso ahora, considerando que mi primera experiencia con algo que quería que fuera un cuento de hadas se había desmoronado ante mis propios ojos.
Cade.
Y él era igual de amable y dulce que Ren. Pero nunca se podría decir que se parecían. En lo más mínimo. Donde Cade era más como una mariposa social, Ren parecía estar cómodo sin hablar con nadie durante todo un día y ser completamente feliz consigo mismo.
Cade tampoco era alguien con poderes de curación que también pudiera ver almas en tonos de colores. Y Cade no podía pintar una obra maestra como Ren.
"¿Quién es ella?"... Le había preguntado a Ren al comenzar a pintar, y él bromeó diciendo que aún no lo sabía. Aparentemente, lo decía en serio. Simplemente había estado pintando y, cuando terminó, asumió que probablemente era alguien a quien había visto aleatoriamente y cuyas características faciales se habían quedado en su memoria.
Me preguntaba cómo se sentiría ser alguien que causara la intriga de Ren, hacer que él recordara sus rasgos y los pintara. Sin embargo, él no tenía ninguna mirada melancólica en su rostro cuando pintó a la mujer, como si estuviera hablando de un amante, así que tal vez estaba leyendo demasiado entre líneas.
Tenía una expresión seria, impasible, indiferente. Tenía la sensación de que realmente no le importaba la mayoría de las cosas. Era una contradicción. Comedido y elegante, con su camisa blanca almidonada perfectamente planchada, pero con manchas de carbón en las manos y el cabello desordenado detrás de su cabeza.
Me di cuenta de que lo estaba mirando más intensamente que un vampiro sediento de sangre fresca.
Decidiendo volver a terreno seguro, seguí haciéndole preguntas como ambos habíamos hecho desde que terminó la pintura.
—Ahora te toca hacerme una pregunta. —Le dije y él asintió, volviéndose para mirarme.
Ahora que sabía que podía ver almas, no pude evitar que mi rostro se sonrojara cuando mantenía toda su atención en mí, él estaba mirándome mientras pensaba en una pregunta que hacerme.
Sus ojos marrones suaves, como miel derretida, eran intensos y dulces al mismo tiempo.
—¿Qué te gusta hacer cuando no estás en la escuela? ¿Cuáles son tus hobbies? Solo has estado preguntando sobre los míos. Quiero conocerte también. —Preguntó genuinamente interesado en conocerme, me sorprendió que una vez más estuviera diciendo la verdad cuando dijo que no le importaba que yo fuera una paria.
—Salgo con mi mejor amiga, Bia, y también trabajo en la florería de su padre. —Le respondí sintiéndome apenada.
—¿Te gustan las flores?—Inquirió Ren.
Asentí tímidamente.
—Amo las flores. —Le dije.
Siempre me han encantado desde que era niña y era una de las pocas cosas que compartía con mi madre, cuando ella aún llevaba siempre una sonrisa en su rostro.
La muerte de mi padre la cambió. A todos nos cambió.
—¿Cuál es tu flor favorita? Déjame adivinar, ¿lirios?—Preguntó y rodé los ojos porque probablemente esta sería la millonésima vez que alguien me hiciera esa pregunta.
Recibía esa pregunta al menos dos veces por semana cuando estaba en la florería, cuando los clientes me preguntaban mi nombre.
—En realidad, no. Mírame de nuevo, ¿qué color brilla más?—Le pedí.
—¿Crees que eso me dará una pista de cuál es tu flor favorita?—Preguntó y yo asentí, cuando se acercó un poco más a mí, tragué nerviosamente mientras nos mirábamos.
El silencio entre nosotros era espeso y tenso cuando él extendió la mano para colocar un mechón de cabello detrás de mi oreja y una alarma escolar sonó de repente por los altavoces situados alrededor de la escuela, poniendo fin al momento.
Aclaré mi garganta, aparté la mirada de él, mi rostro extremadamente rojo, y cuando me volteé para mirarlo de nuevo, él todavía me estaba mirando…
—¿Qué pasa?—Le pregunté.
—Dalia. —Respondió y yo levanté las cejas confundida, él se levantó y caminó hacia una sala de almacenamiento para traer una pintura que me hizo entender lo que quería decir.
Era una pintura de flores de dalias rojas y negras.
Mis ojos se abrieron de sorpresa, porque ¿cómo había acertado?
Las dalias eran mis favoritas porque tenían muchas variedades de colores y me recordaban al amor y al compromiso. Estoy segura de que tenía algo que ver con el hecho de que fue el primer ramo de flores que mi padre me regaló cuando tenía seis años y cómo me dijo que era especial y dinámica, como los diferentes colores.
Un regalo por un regalo, decía mi padre.
Poniéndome de pie, aclaré mi garganta de nuevo, sintiéndome tan expuesta porque, ¿qué exactamente veía Ren que lo hacía tan bueno leyéndome?
—¿Acerté?—Preguntó y cuando asentí, su sonrisa fue luminosa y regresó a la sala de almacenamiento, saliendo con la pintura dentro de una bolsa de papel grande. —, deberías tomar esto entonces. —Dijo Ren con una sonrisa afable en su hermoso rostro.
Mirando mi teléfono, me di cuenta de que ya iba tarde para el siguiente período, que ya había comenzado cuando la alarma sonó hace cinco minutos.
—Oh, no, no puedo aceptar esto. —Intenté objetar, pero él encogió los hombros y tomó mi mano, colocando el asa de la bolsa en mi palma antes de dar un paso atrás nuevamente.
—Gracias por esto. Debería irme ahora, la asistencia es muy importante aquí y ya he perdido dos clases hoy… —Agradecí con una sonrisa avergonzada.
Asintió y me acompañó hasta la puerta, pero cuando estaba a punto de abrirla, carraspeó y me volteé para mirarlo.
—Probablemente debería decir esto ahora, pero desde que te salvé de esas chicas, ahora me debes un favor. Y no, no es algo importante, es algo de los Fae… —Dijo Ren.
—¿Quieres decir la regla de que cuando un Fae hace algo por ti, automáticamente les debes un favor?—Pregunté, sabiendo que no era una práctica poco común entre los Fae y aquellos con sangre de Fae, y él asintió.
—Okay, ¿entonces qué quieres?—Pregunté, segura de que él no iba a pedir algo extraño. No después de lo amable que había demostrado ser.
—¿Qué tal si almuerzas conmigo mañana?—Sugirió Ren.
Mis ojos se abrieron de par en par y casi se salieron de sus órbitas.
—¿Quieres que almuerce contigo? ¿En presencia de todos?—Le interrogué sorprendida.
Cuando asintió, fruncí el ceño. En este lugar, donde solo estábamos nosotros dos, era fácil olvidar quién era yo, pero no sería fácil hacerlo fuera de aquí.
—¿Sabes quién soy?—Insistí.
—Eres Lily… —Dijo él fatigado.
—Beauregard. —Completé y me di cuenta cuando finalmente lo entendió. La realidad de quién era yo.
—La hija de Edgar Beauregard. El traidor. —Dijo, con la voz fría, y eso fue suficiente para que la sonrisa en mi rostro desapareciera.
¿Cómo pude haber olvidado que él era Ren Hawthorne, hijo de una de las familias más poderosas en Shadow Cove? Por supuesto, él llamaría traidor a mi padre.
—No era un traidor. Era un buen hombre, pero tú eres un Hawthorne, una de las familias que luchó para que mi papá fuera ejecutado frente a todos. Así que realmente no te importa, ¿verdad, Hawthorne?—Exclamé y abrí la puerta, dándole un fuerte portazo mientras corría lejos del estudio.