La negrura era absoluta. Las únicas cosas que pudieron emerger de él fueron sombras sin nombre sin sustancia, silenciosas y mortales. El líquido que goteaba del techo le acariciaba la piel como dedos de fantasmas. Volvió la cara hacia arriba y abrió la boca. ¿Cuándo fue la última vez que tuvo sustento? Estas muertes podrían darle vida. La sangre de los inocentes y la sangre de los culpables tenían exactamente el mismo sabor. Pero no pesaba lo mismo. Mientras que la sangre de los culpables era ligera y podía lavarse con el tiempo, la sangre de los inocentes era pesada y perduraba para siempre. Se aferró al alma y la arrastró hacia abajo hasta que fue aplastada por ella. Solo aquellos sin alma eran los que podían salir victoriosos. No tenia mucho y la suya dejaría de aferrarse a él con