CAPÍTULO DIECIOCHO Sofía veía que su buque insignia no podría ponerse a flote a toda prisa; el viaje hasta la playa le había provocado agujeros en el casco cerca de la quilla, dejándole unas enormes heridas que necesitarían la atención de un equipo de constructores de buques para sanar. Le daba un aspecto de ballena varada en la que las gaviotas habían hurgado hasta los huesos. Pero algunas de las embarcaciones más pequeñas eran de menor calado y se quedó mirando mientras sus hombres empezaban a empujarlas de vuelta al agua. Sienne no parecía impresionada ante la expectativa y gimoteaba mientras Sofía se dirigía a la línea del mar. —Ya lo sé —dijo—. Pero solo es un viaje más en barco y después volveremos a tierra. El gato del bosque todavía no parecía impresionado, pero saltó al barc