EL.

912 Words
Giuseppe Ferro Portinari el magnate italiano dueño de casi la mitad de Europa, acostumbrado a la perfección absoluta, a que todos queden en silencio cuando hace su entrada triunfal a cualquier escenario, odia los escándalos tanto como las mujeres ruidosas, hasta las putas podían ser fascinantes si guardaban silencio en el momento adecuado. Acostumbrado a lo mejor, seleccionó a la mujer que deseaba como esposa entre un listado de más de 100 jóvenes de 25 a 30 años pertenecientes a las familias más prestigiosas de europa, a sus 33 años necesitaba cambiar su estatus y lo haría con la mujer adecuada, nada de jóvenes inmaduras y berrinchudas, aparte por tradición los hombres de la familia Ferro no pasaban de los 35 años sin contraer matrimonio, ya estaba en los límites, la mujer perfecta según sus estándares, no era nada más que Diana Peruzzi, una fina joven, perteneciente a un linaje respetable del norte de Sicilia, aparte de tener unos modales exquisitos, la primera vez que la vio observó su prudencia para hablar, de naturaleza sumisa como le gustaban, aparte de que físicamente era su prototipo, alta, esbelta, llevaba su pelo rubio platinado en perfecta armonía con sus facciones angelicales, una dama cuidadosa de los detalles, incluso su vestuario recatado, la digna mujer para un hombre de su estirpe. Obvio no esperaba una tigresa en la cama, ella solo se encargaría de ser su esposa florero, para el placer estaba Serafine, una sensual modelo francesa que desde hace 5 años era su amante de turno, entre otros gustos que le gustaba darse con una que otra mujer que le gustará. La vista desde el décimo octavo piso de su edificio, se podía considerar toda una maravilla, más cuando llegaba el atardecer para darle paso a las sombras de la noche. —¡il mio più grande orgoglio!.— Exclamó su abuelo Octavio Vicenzo Ferro al traspasar el umbral de la puerta que daba a su despacho. Un hombre fornido con las características peculiares de su familia se acercó a él para abrazarlo y felicitarlo por su nueva hazaña al asociarse con un gran empresario Americano de ascendencia Italiana, solo era unos de sus primeros pinitos para conquistar el mercado Americano en relación a los negocios hoteleros. — Sabía que no tardarías en enterarte abuelo. — Contesto de buen ánimo, acercándose al bar ubicado en su oficina para servir dos tragos de su mejor whisky, le pasó un vaso a este. — Brindemos por el éxito, para que los Ferro en un futuro seamos dueños del mundo. — ¡A tu salud abuelo!. —Chocaron las copas, en señal de victoria. Su abuelo no perdía oportunidad para expresar su orgullo hacia el, tenía otros nietos pero la verdad dejaban mucho que desear. En su mayoría le prestaban más atención a los juegos que al negocio familiar, solo Elen su prima menor se podía salvar de ese rebaño. — Me han informado que piensas viajar a los Estados Unidos. — Exactamente a Miami Florida, tengo algunos asuntos pendiente, que requieren de mí atención urgente, aparte de algo de diversión.—Miro a su abuelo con picardía, el viejo zorro sonrió. —¿Qué tiene que ver una de las reliquias familiares que heredaste de tu abuela con tus negocios?. La reliquia a la que se refería consistía en un cuadro, una verdadera obra de arte perteneciente a su familia por más de cinco generaciones, la imagen trazada representaba a una joven que se clavaba una daga en el pecho mientras observaba un barco hundirse con su amado abordo, "bella desolazione dell'anima della fanciulla" fue pintada por su tatarabuela Georgina Ganuzzi, antes de caer en depresión y entregarse a la muerte. Cuando Arlleta se comunicó con el, pensó rechazar la propuesta, luego de investigar a todo el personal descubrió que su asistente no era más ni nada menos que hermanastra de su nuevo socio, igual se podía anotar algunos puntos tomando sus propias precauciones, el mismo se encargaría de llevarla y recogerla, además confiaba en Arlleta, ella en un tiempo fue la mejor amiga de su madre, hasta que el bastardo de su nuevo esposo la aparto casi por completo de la sociedad y de las personas que amaba. En la actualidad es dueño de una de las colecciones de pinturas con temática medieval y renacentista más grande del mundo, la fortuna invertida es cuantiosa, su amor por el arte venía en sus venas, al igual que su buen gusto con las mujeres. — Son estrategias abuelo, recuerda que todo lo que hago tiene un porqué y para que, no doy pasos a ciegas...eso lo aprendí del mejor. — Expresó apuntando al hombre a su lado. — Lo se y por eso cada día estoy más orgulloso de ti, espero que tengas buen viaje y prudencia, ya tu boda con la señorita Peruzzi está a ley de un mes. Me urge conocer un bisnieto antes de partir de este mundo. — Eres un roble, te faltan muchos años por vivir. De lo demás no te preocupes soy el maestro de la discreción. Tomo su saco para salir con su abuelo de la oficina, lo acompañó hasta su coche, espero que el vehículo desapareciera ante su vista para llamar a su chófer, el ambiente en la cuidad para ese día parecía potable para una escapada, pero esperaría estar en otras tierras para gozar a plenitud de lo que más le gustaba en la vida "el sexo salvaje".
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