Giuseppe miraba la exquisita rubia que bailaba de manera sensual cerca del balcón de su penthouse en Francia, Serafine hace unos años era de las modelos más cotizadas de toda Europa, aún recuerda la primera vez que la vio en un desfile de Óscar de la renta en "El Jardin des Tuileries". Sus largas piernas llamaron poderosamente la atención de todos los presentes incluso la de el que era bastante difícil de impresionar, después sus ojos color esmeralda, era perfecta físicamente para ser su amante claro, aunque tenía cierto refinamiento, no contaba con la educación adecuada para ser su esposa, aparte de los sórdidos rumores que se tejen alrededor de las modelos, incompatible a gran escala con el perfil impoluto de un hombre de su estatus, su moral para esos momento era altamente cuestionada...igual quiso conservarla en su cama, en el ahora la contemplaba como una aparición, lo encandilaba todo en ella.
Esta cerró las cortinas plateadas, para cubrir la vista de la cuidad que se divisaba en el horizonte oscuro, decorado con intermitentes destellos de luces. Ella se convirtió en su único punto de enfoque, comenzó a desnudarse con bastante destreza mientras bailaba con sensualidad un vals.
Sus pequeños y delicados pechos aparecieron ante sus ojos, su diminuta cintura, hasta dejar entrever su delicado coño, recién depilado, ya se le antojaba, se levantó de su sillón solo para bajarse el pantalón piyama, seguido su boxer, su enorme m*****o quedó expuesto, Serafine se lamío los labios con deseos de lamerlo, tenerlo en su boca.
— Ven nena. —Le ordeno, esta fue obediente, se arrodilló y seguido se tragó su v***a casi por completo, salía y entraba de su experta boca, entre veces lo sacaba para ella misma golpearse la cara con este, seguido volvía a chuparlo con deleite.
—¡Para!, ya es hora.— La ayudo a levantarse, se inclinó un poco para besarla mientras, apretaba con fuerza sus nalgas.
—Me he portado muy mal amo Guissepe.—Al parecer ella deseaba jugar, le parecía divertido tenía mucho sin castigarla. Esta le pasó una fusta de cuero, entre los fetiches de su amante estaba ser golpeada con fuerza antes de ser penetrada, el no era capaz de no cumplir un simple capricho, más si el también lo disfrutaba.
La coloco en cuatro y empezó a golpearla, ella parecía disfrutarlo, aunque el prefería otro tipo de castigo más encantador, cuando se cansó de la simpleza sadomasoquista de su amante, se puso un preservativo para luego penetrarla con fuerza, sus gritos desbordantes sacudían todo el espacio, mientras más la embestía más quería la rubia excitada, por suerte pronto sintió correrse, después la siguió.
Ya me había vaciado en 3 ocasiones toda la noche, cuando decidí sincerarme...permanecía acostada, con poco ánimos después del arduo fogueo.
—Necesito que hablemos algo serio Serafine.—Esta se puso de lado para contemplarlo mejor.
—Si, soy toda oídos mi amor.
—¡Me voy a casar!.— El rostro de su amante se transformó repentinamente al escuchar la noticia, incluso la noto palidecer.
— Acaso esto es una burla, una broma de mal gusto, ¿dónde está la cámara escondida?.— Comenzó a caminar desorientada completamente desnuda por todo el lugar, mirando cada rincón, como si buscará algo.
— No es broma, me cansaré en menos de un mes, ya está decidido.—Esta se giro para observarlo con rabia, sus ojos parecían lanzar un fuego indescriptible.
— Giuseppe te daré la oportunidad de retractarte, no me puedes hacer esto, ¡yo te amo! y se que tu a mí también. — Esta cayó al piso llorando desconsoladamente, el sintió algo de remordimiento, claro que la quería, había pasado 5 maravillosos años con ella, pero no podía hacerla su esposa, ese lugar le correspondía a Diana, su familia y legado estaban primero.
— Creo que será mejor que no volvamos a vernos, pensé que podríamos llegar a un acuerdo, seguir siendo amantes, ahora con mayor discreción.
—Lo quiero todo o nada, no deseo compartirte con nadie.
— Es tu decisión y la respeto, será mejor que me marché, puedes quedarte con este apartamento, es un regalo de mi parte, por tu fidelidad todos estos años.— Comenzó a vestirse mientras está yacía aún en el piso desolada.
—¡No quiero este maldito lugar, te quiero a ti!.—Dicho esto empezó a destrozar todo en el apartamento, más el no se inmutó, odiaba la falta de compostura en las mujeres. Termino de vestirse tomo sus llaves, está por un momento trato de impedirle el paso, pero solo basto una de sus frías miradas de advertencia para que retrocediera algunos pasos.
—Hasta nunca, ahí te deje las llaves del penthouse, y los papeles que te acreditan como nueva dueña, dicho esto salió, su rostro triste lo angustio, más su sentido común le dictaba que había tomado la mejor decisión de todas, de haberse quedado con ella como amante, podría ser una piedra de tropiezo en su nueva vida conyugal.
El chófer y algunos de sus seguridad lo esperaban en la parte trasera del edificio, abordo el auto blindado.
— Llévame al aeropuerto.—Le ordeno a su chófer, tenía algunos asuntos que resolver en Miami, aparte trataría de tener tiempo para desestresarse, la escena con su ya ex amante le había causado bastante tensión.
Mony Sinclair seguro le tendría buenas propuestas exclusivas para su deleite, ya estaba ansioso por disfrutar de lo lindo, de esos placeres que solo el poder o el dinero, podía brindar.