Capítulo 5: ¡Te contratamos!

1756 Words
•Narra Frederick• —¿Se va temprano también el día de hoy, Abogado Frederick? —Me dice mi secretaria mientras alisto mi maletín sobre la mesa con mi semblante animado. —Sí —ya listo mi maletín, paso por su lado y mirándola con buen ánimo, exclamo —me esperan en casa unos niños muy lindos. —ella ríe un poco y yo le sonrío —Que tenga un grandioso día con ellos Abogado Marck. —Gracias Lucy, que tengas un buen día también. Salgo contento de mi oficina, estos últimos días han sido muy agradables, los niños y Marta nos hacen sentir bien en casa. Hoy es día del niño, entonces he decido comprarle algunas cosas para ellos. Me estaciono en las tiendas departamentales y salgo para dar un recorrido. Observo la sección de ropa, pero recuerdo que Roswell ya les compro hace unos días una buena cantidad, entonces decido ver juguetes, otros diferentes a lo que ya tienen. Me quedo observando desde afuera de la juguetería y la señorita me queda mirando. Para no verme sospechoso decido entrar. —Buenas tardes ¿en que le podemos ayudar? —Buenas tardes, quisiera comprar juguetes para una bebé de casi dos años y un niño de 8. —Comprendo… ¿Es para sus hijos?—la señorita me pregunta indiscretamente y me toma desprevenido, yo solo asiento algo avergonzado. —Sí. —Que lindo padre es usted, mayormente son las mamás que vienen a hacer las compras para ellos. —siento el bochorno sobre mi rostro, de seguro estoy sonrojado y no tengo palabras. —Bien, sígame, por favor. La señorita me muestra, varios juguetes, unos pianos de bebé y muñecas que se mueven. Estoy confundido, no sé cuál escoger, entonces decido deliberadamente los que me parecen más entretenidos. Luego para escoger lo de Matías nos direccionamos hacia otra sección, y visualizo las bicicletas, patines, scooter, pelotas y muchas cosas más. Llevo mi mano a mi barbilla y me pongo a pensar que cosa le gustaría hacer. «¿Le gustará si le llevo aquella bicicleta?» —Quiero la bicicleta azul metálica y los patines, por favor. —Bien, Señor. Una vez hechas las compras, me dirijo con un personal llevando las cosas compradas. Me siento emocionado y no espero las ganas de verlos sonreír cuando vean todo lo que les compre. (…) Llego a casa y las mucamas me reciben con las cosas. —¿Dónde están los niños?—le pregunto a Jair que se acaba de aparecer a darme la bienvenida. —Están descansando Señor. —Vaya, tendré que esperar a que se levanten estos pequeños dormilones —bromeo un poco, pero Jair mantiene su rostro sin expresión. —¿Sucede algo Don Jair? — Señor, no quiero sonar imprudente, pero ¿no están haciendo demasiado por Madame Marta y los niños? —yo niego con la cabeza fijándolo. —Jair…Jair…Jair… lo que estamos haciendo es demasiado poco, ellos merecen esto y mucho más. Nuestro Mayordomo siempre ha sido un poco tonto, Jair, es prácticamente como un tío mayor, él lleva trabajando en nuestra casa casi 50 años de su vida. Quiere decir, que está acostumbrado a nuestra soledad. Él no a tenido familia, su fidelidad siempre se mantuvo intacta a su trabajo hasta el día de hoy. —Después no quiero verte con la cara de bobo al ver que te encariñaste con esos niños. —él no dice nada y solo arquea la ceja con desdén. —Bueno, y ¿dónde se encuentran Madame Marta? —Acaba de subir hace unos minutos a saludar al Señor Roswell. —¿Mi primo también llegó temprano?— Jair asienta. —El señor está con malestar de cabeza, ya sabe que en estos tiempos suele ser así. —Si, lo sé, no falta mucho para el cumpleaños de ella —agacho mi mirada algo apenado y preocupado a la vez. —Gracias Jair, les daré el alcance. Me acomodo mi saco y también mi cabello, me paro frente a uno de los espejos en mi camino y visualizo mi presencia impecable. Siempre me gusta lucir muy bien delante de una dama. °Narra Marta° Caí accidentalmente encima del Señor Roswell, estamos tan cerca que mi sangre bombea más rápido de lo habitual. Él pestañea varias veces tratando de asimilar nuestra situación. Entonces, reacciono y me comienzo a levantar de inmediato. —Perdón, Señor Roswell. —le digo en tanto me pongo de pie, tan asustada, a que él se haya podido molestar. Él se está levantando poco a poco a posición de sentado. —Tranquila… —me brinda una sonrisa. —fue un accidente, además fue mi error, debí alcanzártelo yo mismo —me dice sobando su tobillo izquierdo. «¡Dios! Su tobillo no está bien» recuerdo y me escandalizo pensando que quizás se ha lastimado mucho. —Señor Roswell —Me vuelvo a agachar y él se sorprende cuando inicio a masajear esa parte. —No, no te preocupes —mueve su pie a un lado —estoy bien, déjalo así. —No, usted no parece estar bien. —posiciono mi brazo en su respaldar y acomodo el suyo en mi hombro, entonces lo ayudo a alzarse. —No tenías por qué Marta, pero gracias —me dice mientras nos dirigimos a los muebles del lugar. Lo ayudo a sentarse y…. —Ok, déjeme ver —le digo, de improviso y él se impacta a mi actitud. Su pierna izquierda la tiene estirada, él no dice nada, pero persuado por su rostro, que le duele. Por lo tanto, desabrocho su zapato de cuero en punta para retirárselo. —Marta…—menciona mi nombre nervioso. —Por favor…— miro sus ojos grises con seguridad —permítame ayudarlo. Me siento mal, por este incidente y no puedo quedarme sin hacer nada. Le quito los zapatos y también las medias. —Marta, déjalo así, por favor. — me dice algo avergonzado al dejar al descubierto su pie tan blanco y largo. Si rostro está sonrojado y eso me causa un poco de gracia. —No se avergüence, le diré un secreto — él abre los ojos mientras comienzo a hacer movimientos en su tobillo. —¿Co-cómo sabes que se debe realizar de esta forma? —yo le sonrío. —Señor Roswell, hace años, antes de que me casara, estaba estudiando fisioterapia e incluso ya estaba realizando mis prácticas, pero tuve que renunciar por mi Mati. Tenía un embarazo riesgoso, entonces debía cuidarme mucho, también Jesús —menciono su nombre con tono malhumorado —después del nacimiento de mi hijo, no permitió que siga con mi carrera. Él era el clásico hombre machista, que dice, “el hombre de la casa trabaja y la mujer se dedica solo al hogar, esposo e hijos”—tiro una risa sarcástica. —¡Au! —¡Perdón! —le digo apenada — pero relájese, me es un poco imposible seguir si su pierna sigue tensa. El señor me asiente. —Entonces, quiere decir, que renuncio a sus sueños ¿debido a su esposo? —Algo así, aunque creo que también fue causa mía. Mis padres de pequeña me inculcaron lo mismo que él decía, por ello pensé que era lo correcto. Sin embargo, cuando mi hijo fue creciendo y lo llevaba a clases, les decía a algunas madres que no podría compartir con ellas porque mi esposo no le gustaba que saliera. —niego la cabeza por lo tonta que fui —entonces las mujeres sorprendidas me comenzaron a decir que es siglo XXI y que ya nada es como antes, que yo también tengo derecho a distraerme. Aquella conversación con ellas me hizo dar cuenta que tenían razón, y que yo, era la que estaba equivocada. Por lo tanto, un día lo afronte y como solo teníamos un hijo, le dije que me turnaría para trabajar cuando mi niño estuviera en la escuela y le aclare también que me daría unas cuantas horas para salir y relajarme con otras mamis. Sin embargo, Jesús se opuso rotundamente, y bueno, me presiono a que dejara de hablar con aquellas señoras porque me daban mal ejemplo “según él”. Su fría forma amenazante de hablarme me asustó y para evitar meterlas en problemas, decidí seguir mi misma rutina de siempre. •Narra Roswell• Todas las cosas que me acaba de contar esta mujer me hicieron hervir la sangre en segundos. Tipos como esos no merecen tener a nadie a lado. —Marta ¿Y como te sientes ahora? —ella mi mira con esos ojitos avellana y se muestra gentil. —Me siento bien, al fin, pude salir de ese calvario. Y eso fue debido a usted —su sutileza me agrada mucho y le sonrío. —No te tienes que preocupar más Marta. —Listo. —exclama muy conforme — gire su pie, por favor. —Yo sigo cada instrucción. —¿Ahora le duele al moverlo? —No. Realmente eres buena en esto... —Gracias… —agacha su rostro con cortedad mientras se sienta a mi lado, pero no comprendo por qué. —Señor Roswell, quería decirle algo importante. —Dime, con toda serenidad. —le respondo. —Estuve pensando bien las cosas y creo que buscaré un trabajo para al menos poder pagar mi estadía aquí —me deja sin palabras —ha pasado una semana y creo que es suficiente de aprovecharme de ustedes, por ello pienso encontrar un lugar en donde me puedan pagar lo suficiente y regresarles todo lo que puedo de poco a poco. —N… —estaba a punto de contestarle, pero de repente. —¡Bien! —los dos giramos al escuchar a Frederick entrando por la puerta y dirigiéndose hacia nosotros —entonces si buscas trabajo— Se sienta en el mueble delante de nosotros entrelazando sus manos — ¡te contratamos! —ella se queda muda y solo reluce esos lindos ojos bien abiertos que se le quieren salir de órbita. —Serás el nuevo Ama de llaves y también la nueva fisioterapista de mi primo ¿Entendido Madame Marta? _______&&&______ Gracias por leerme, iniciamos Agosto❤️ Les agradecería si votan por esta linda novela, en el regalito que les sale mientras leen❤️ Me siento contenta que estén conmigo en este nuevo proyecto.❤️ Gracias y espero sus lindos comentarios ❤️
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD