Carolina Ya han pasado dos días desde aquella discusión con Gustavo, y no me ha dirigido palabra alguna. Sé que aplicar la ley del hielo es una señal de alerta en cualquier relación, y mi mente se llena de preguntas y dudas sobre nuestro futuro juntos. Mi amor por Gustavo es innegable, pero ahora me encuentro cuestionando si este es realmente el momento adecuado para casarnos. Cada vez que miro mi anillo de compromiso, siento un nudo en el estómago. En lugar de sentirme emocionada por el próximo capítulo de nuestras vidas juntos, me invade una sensación de incertidumbre. ¿Debería estar tomando esto como una señal? ¿Estamos avanzando demasiado rápido? En retrospectiva, parece que nuestras vidas se han entrelazado en un momento de caos y confusión. Las heridas del pasado, la compleja