A la mañana del día siguiente me encontré con un mensaje de Kylie que decía:
~Wow, la tenías re dura. ¿A qué se debe tanta calentura? ¿Conociste a una chica que te la dejó así?
Lo mejor de mi relación actual con mi ex novia es que seguimos siendo tan amigos como lo éramos antes, e incluso seguimos enviándonos fotos sexualmente explícitas, la única diferencia es que ahora cada uno hace su vida y se acuesta con quien le plazca, le guste o no al otro.
Quería contarle de mi nueva psicoterapeuta, al principio dudé un poco; pero tengo tanta confianza con Kylie que sé que puedo contarle todo… bueno, casi todo.
Empecé diciéndole que había comenzado terapia, pero no le dije el verdadero motivo, me limité a decirle que andaba un poco estresado. Luego fui describiéndole cómo era la charla con Sabrina.
~Tu psicóloga es de lo más curiosa ―me dijo―. Se me hace muy raro que te hable de esa manera. ¿No estará caliente con vos?
~Lo dudo mucho, primero, yo no soy ningún galán, como para que la mina se enamore de mí a primera vista. Segundo, ya me dejó bien en claro que a ella le gusta mantener una terapia más íntima, pero también me marcó los límites.
~Te recuerdo que yo me enamoré de vos a primera vista. Tenés algo especial en la mirada que lleva a la gente a confiar en vos.
~Gracias, pero de todas formas, éste no es el caso. Ella ya me dejó bien claro que cualquier tipo de relación s****l entre terapeuta y paciente, está prohibida. Me dio a entender que si me paso de la raya, la terapia se va a volver más fría y distante.
~Pero eso no quita que vos salgas re caliente del consultorio, y que termines haciéndote la paja, como anoche.
~Eso es cierto. Sé que lo de coger está descartado… pero hablar de sexo con ella, de una forma tan directa, me calienta mucho, y quiero seguir con eso. Ella no me puede prohibir hacerme la paja, menos si no le cuento el motivo por el cual me la hago.
~Está bien, vos disfrutalo; pero tampoco no te hagas muchas ilusiones. Puede que un día la mina no quiera seguir hablando de esos temas.
~No creo que eso pase.
~¿Por qué lo decís?
~Porque tengo la sensación de que ella también disfruta hablando de esos temas. Qué se yo, es idea mía… pero se le nota un poco en la cara. Tal vez me equivoque, pero al menos sé que no le molesta que le hable sobre sexo, ya me lo dejó bien en claro, más de una vez. Así que, si no te molesta, quisiera seguir contándole sobre las experiencias sexuales que tuve con vos.
~No me molesta, para nada. Sé que ella no puede contarle a nadie lo que vos le digas. Además me alegra saber que te ayudo un poco.
Kylie siempre me ayudó, después de haber cortado con ella. Muchas veces me dio consejos, cuando yo quise entablar algún tipo de relación con otra chica. Creo que en realidad se sentía un poco culpable, porque a ella no le costaba nada conseguir algún tipo con quien coger, en cambio para mí era mucho más difícil conseguir pareja, porque siempre fui muy vergonzoso con la gente que no conozco.
~Gracias, Romi, sos la mejor ex novia del mundo.
~Lo sé.
~Y la más modesta.
~Por supuesto.
~¿No tenés nada nuevo para contar? ¿Algún pretendiente nuevo?
~Algo así… el sábado salgo con un tipo que conocí. Si tengo suerte, puede que pase algo…
~Si pasa algo, yo quiero ver fotos.
Algo que me encantaba de Kylie era que ella me enviaba fotos, e incluso videos, de sus encuentros sexuales. Aún me excitaba muchísimo viéndola coger, aunque no fuera conmigo.
~Dale, te las mando.
Dedicamos el resto de la charla a temas cotidianos, y luego me despedí de ella porque debía ponerme a trabajar.
Me costó mucho concentrarme en la escritura de mi nueva novela corta, no hacía más que pensar en mi próxima sesión con Sabrina.
***
La espera se me hizo interminable. No sabía exactamente qué me pasaba con Sabrina, pero me moría de ganas de hablar con ella.
El domingo de esa misma semana, recordé que tenía agendado el número personal de Sabrina.
Entré a w******p y vi que ella estaba en línea. Nunca le había escrito por allí y me pregunté si sería apropiado; sin embargo no vi nada de malo en hacerlo ya que, después de todo, w******p sólo era una plataforma para enviar y recibir mensajes.
Temeroso, me quedé mirando la pantalla. Ella tenía una foto de perfil, en la que se la veía sonriendo, llevaba puestos sus anteojos de siempre. Tal vez pocos verían algo especial en ella, pero a mí me parecía hermosa.
~Hola, Sabrina. ¿Cómo estás?
Me arrepentí inmediatamente de haberle enviado ese mensaje. Me sentí un completo imbécil. Ella era mi psicóloga, no una amiga a la que podía escribirle simplemente “¿Cómo estás?”. Ella me preguntaría si le escribía por alguna cuestión importante, relacionada con la terapia. Puse en marcha toda mi creatividad, pero estaba bloqueado. Si no se me ocurría nada bueno, le diría que debía cancelar nuestra próxima sesión, aunque me doliera en el alma hacerlo. Prefería eso antes que quedar como un pelotudo.
Pasados unos segundos sentí vibrar el teléfono en mi mano, había recibido un mensaje de ella; junté coraje y lo leí.
~Hola, Tyson, acá ando, aburrida… mirando una película. ¿Vos cómo estás?
Me quedé atónito mirando fijamente la pantalla. No podía creer que ella me respondiera con tanta familiaridad. Tal vez fue sólo una muestra de cortesía, y luego me preguntaría por qué motivo le escribí; pero yo sólo se lo diría si ella me hacía esa pregunta. Opté por mantener el mismo tono informal.
~Yo estoy bien. ¿Qué película mirabas? ―No se me ocurrió nada mejor para decirle.
~Una que vi como quince veces: El Club de la Pelea.
Una vez más, me sorprendió con su respuesta. Me pregunté cuánto tiempo podría mantener una charla casual, hasta que ella me preguntara el motivo por el cuál le escribí. Prefería pedirle perdón por haberme desviado del tema, y por haberle hecho perder el tiempo, que decirle directamente que cancelaría la próxima sesión. Esa era mi vía de escape y sólo la usaría en caso de emergencia.
~Esa película es genial, yo también la vi un montón de veces. Me imagino que a vos te debe gustar más, por lo psicológica que es la trama.
Me di una palmadita mental en el hombro, este mensaje era un poco mejor que los anteriores.
~Sí, me encantan este tipo de películas, y ésta en particular es una de mis favoritas ―me llenó de júbilo ver que ella seguía con la conversación―. Además del enfoque psicológico, me gusta que tengan una trama llena de intriga.
~Tenemos gustos similares. ¿Hay alguna otra película de ese estilo que me puedas recomendar? Me refiero a alguna que no sea tan famosa.
~Dejame pensar.
Mientras aguardaba por su respuesta, comencé a caminar en círculos dentro de mi departamento, con la sonrisa más estúpida del mundo dibujada en la cara. Pero tal vez todo era la ilusión del momento. Quizás ella estuviera mirando el celular pensando en una forma de conducir la charla hacia algo menos informal, que estuviera más relacionado con la terapia.
~¿Alguna vez viste una película llamada: “El experimento”? Está protagonizada por mi actor favorito: Adrien Brodi.
No conocía la película, pero el actor me sonaba de alguna parte, me apresuré a buscar su nombre en Google. De inmediato supe por qué me resultaba familiar ese nombre.
~¿El actor de “El Pianista”? ―le pregunté―. Nunca vi la película que dijiste.
~Sí, ese mismo, me encanta. Tenés que mirar esa película, se trata, justamente, sobre un experimento psicológico. Está basada en hechos reales. No te quiero contar más, para que te sorprendas un poco.
~Si vos la recomendás, entonces la voy a mirar.
Para mi absoluto agrado, seguimos casi toda la tarde hablando de películas y series, ella me recomendó otras, y yo mencioné unas cuantas más. En el intercambio de opiniones los dos llegamos a la conclusión de que Leo DiCaprio, de entre los actores menores de cincuenta años, actualmente era el mejor. Ella, al igual que yo, había visto prácticamente toda su filmografía y se alegró mucho cuando por fin le dieron un Oscar.
En ningún momento me preguntó por qué le había escrito. Ni siquiera hizo una alusión a la terapia. Esa noche me fui a dormir con la sensación de haber ganado una nueva amiga.