Nunca había abandonado el consultorio de Sabrina tan rápido. Todavía me parecía una estupidez no haber aprovechado hasta el último minuto de terapia. Pero no aguantaba más. Llegué a mi casa, me bajé el pantalón y me tiré sobre la cama… me pajeé tan rápido como pude. No tuve necesidad de mirar las fotos, me bastó con el recuerdo de ellas, y con las palabras de la psicóloga que aún resonaban en mi mente. Muchas imágenes mentales cruzaron ante mis ojos: Sabrina con una pija en el culo, con otra en la boca… Sabrina con la cara llena de semen. Kylie poniéndome los cuernos y diciéndome: “Esas dos pijas me volvieron loca, nada que ver a tu p**o, que no me hace sentir nada”. Acabé… pocas veces en mi vida saltó tanta leche de mi v***a. No lo podía creer. Hasta tuve espasmos abdominales, como si to