Zamira volvió a su cama después de cambiarse la ropa mojada. No podía parar de llorar, se sentía impotente por lo que le había sucedido. Pensaba en cómo Derek la había tratado en los últimos días, sabía que en algún punto, todo sería peor. Mientras intentaba conciliar el sueño, la puerta de la habitación se abre, rápidamente, Zamira cierra los ojos para hacerse la dormida. —Hoy mi madre te ha salvado, pero no siempre será así. Sé que me estás escuchando— Decía un poco enojado, su plan había fallado. Zamira casi no respiraba para no moverse, sin embargo, Derek quitó la sabana de su cuerpo, lo que provocó que despertara. —¿Quieres largarte?. Déjame en paz— Le pide a gritos. Derek se tumba sobre ella en la cama, la mira y se ríe deliberadamente. —Ja. ¿Dejarte en paz?. Eso nunca. Inesp