Capítulo XIX El coche patrulla de Sordi estacionó, hacia las ocho de la mañana, junto al número de la casa de los Ronzi di Valfenera. En conductor quedó al volante, los otros dos bajaron y, mientras el agente se quedaba delante del portal, el subbrigada entró por él y llamó a la portería. —¿Sí? —La portera sacó la cabeza de la cabina con expresión de fastidio—. ¿Otra vez? ¿Necesita algo más, brigada? —Dígame si Umberto Ronzi está en casa. —No, ni siquiera está en la ciudad —le respondió con una exagerada sonrisa, dando la impresión de que estar contenta por desilusionarlo. —Ah, de acuerdo. ¿Dónde está? —Sé que le han mandado de veraneo a las colinas. —¿Ha pasado algo malo en la casa? —No lo sé. Puede ser, pero no he oído nada. Se lo que me ha dicho ese chav… um… ese Umberto mientra