Capítulo X A lo largo de todo 1964 y en los primeros meses del 65, hacia la hora de la cena, Vittorio tuvo todavía que sufrir las discusiones de los Trastulli a través de la sutil pared divisoria entre sus pisos, no todas las tardes, pero tampoco de manera extraordinaria. El comedor y la cocina de la casa de D’Aiazzo daban directamente al gran comedor de esas dos familias, que lo usaban en común para las comidas. Solo el baño, el estudio y el dormitorio de mi amigo estaban suficientemente aislados acústicamente, gracias a la amortiguación de las estancias contiguas a la zona limítrofe. Por suerte, al menos el derecho al descanso estaba a salvo para él y para su joven asistenta Carmen. Esta empleada del hogar en realidad se llamaba Carmela, pero al no gustarle su nombre, se hacía llama