Muy pronto, Jhon me perseguía por la casa hasta el pequeño baño donde me esperaba un hombre de enfermizos ojos dorados. Sonrió y le guiñó un ojo a Jhon antes de alcanzarme. Me volví hacia Jhon en busca de ayuda, pero los colmillos de Jhon estaban goteando sangre.
—Siempre me gustó cuando corrías—, dijo.
El trueno me sacó del sueño.
El sudor me cubría mientras la lluvia golpeaba mi ventana. Ella estaba rascando con fuerza mi mente, rascando lugares oscuros que ambos anhelábamos arrancar. Intenté volver a dormir pero fue inútil. En lugar de eso, caminé hacia la cocina para tomar algo de beber, pero la niebla fría que entraba por la puerta principal llamó mi atención.
Levi estaba sentado afuera en una mecedora, con una botella en una mano y un cigarrillo en la otra. Sobre una mesa junto a
