Emira tragó grueso pensando en el día que se practicó el aborto. Ella sentía tanto miedo por todo: Por la situación, por el sitio, por su esposo. Esta vez era distinto, ella no se acobardaba. Tampoco veía a Zairy como una mascota temporal, era más que eso, muchísimo más. -Podré manejarlo, madre, no te preocupes por eso- dijo con firmeza haciendo a su madre guardar sus siguientes comentarios- Debo dejarte, tengo que acompañar a Jordan. -Esta bien, hija, gracias por llamar, cuídate mucho, ¿Quieres? -Adiós, mamá, te mando un beso enorme, chao- dijo antes de colgar y soltar el aire que ni siquiera era consciente que sostenía. . . . Jordan no quería hablar con la decena de conocidos de su padre que insistía en rodearlo e integrarlo a una banal conversación. A él no le importaba una mier