-Jordan, ¿Estás bien?- Emira no sabía cómo acercarse a él, hacía más de dos horas que no pronunciaba una palabra, estaba sentado a su lado en una banca metálica pero no emitía ni un sonido, no sollozaba, ni siquiera tenía un gesto en la cara. -Emira, murió…- dijo por primera vez en minutos, ella suspiró- Murió y yo no pude hacer nada. -Claro que lo hiciste- acarició su mejilla, su mandíbula estaba tensa y se veía doloroso la presión que mantenía- Lo acompañaste en su último momento, Jordan, hiciste tu deber. Suspiró. Miró a su mujer quien le observaba cargada de preocupación. -Ahora tengo otro deber del que preocuparme. -Jordan, si lo dices por mí, yo no--- -Emira- le interrumpió- ¿Te acuerdas de Celeste?- ella frunció el ceño rebobinando rápidamente. -La mujer que se caló al piso d