Emira vio a Zairy partir en un trajecito de jean con sombrero pescador de color rosa palo, empujando el cochecito iba Felicia con el bolso pequeño de Zairy por si necesitaba algo, no era un paseo corto por lo visto y mordió su labio inferior al confirmar que estaban solos. Se dio la vuelta y como un cazador sobre su presa Jordan atrapó su cintura recostandola contra la pared de cristal. Sus labios se apoderaban de los de ella mientras su diligente mano cerraba las persianas eléctricas retomando la privacidad que ambos anhelaban. La llevó a la habitación, la cama desarreglada y Emira la empeoró cayendo de espaldas sobre ella, Jordan besó sus pies descalzos mientras ella disfrutaba de la sensación de ser poseída por aquel hombre experto en el placer femenino. Los labios de Jordan recorría