Emira veía el lugar y no podía creer tanta animosidad, tanta buena vibra en el sitio. Así tenía que ser una fiesta, un verdadero lugar glamuroso. Ella llamaba la atención, en especial al pedir una mesa con su nombre. -¿Usted es la esposa de el señor Jordan Fox, cierto? La vi en una revista- frunció el ceño- ¿Él vendrá aquí? ¡Da igual, recibimos estrellas a diario! ¿Pero vendrá?- la camarera hablaba tres idiomas y no escuchaba ninguno. Emira pidió un martini cuando la chica por fin se calló y marchó y un poco frustrada miró a los guardaespaldas que la seguían. -Es zona VIP, muchachos- les recordó- ¿Por qué no se alejan? O se toman algo ya que están aquí. Uno de ellos, el que parecía responsable y por ende, el soplón, la miró con seriedad antes de responder. -El jefe dijo que la acompañ