Emira volvió al apartamento y Carmela le avisó a su jefe. -Gracias al cielo- murmuró Jordan entre dientes poniéndose de pie y saliendo de su oficina. Entró a su habitación y la vio, estaba agitada, sudada. Se acercó a ella. -Hola, querido- lo saludó sonriendo pero Jordan apretó su quijada y levantó su cabeza- Jordan, ¿Qué rayos haces? Él olfateó su cuello, sí, olía a hombre. Empezó a ver rojo. -Sabía que haría esto- haló su muñeca y la llevó a la cama, Emira estaba exhausta y sorprendida de que le tratara así cuando hace un tiempo que no lo hacía. Él empujó su cara al colchón. -¡Jordan, qué te pasa!- exclamó buscando una explicación, por un momento dejó ver su propia cara de nuevo y se mordió la lengua para guardar silencio mientras él le bajaba el pantalón y exhibía su trasero. -¡