4.

1478 Words
Una falsa amistad El sábado después de llevar unas dos semanas desde que inició la universidad, mis primos invitaron a una gente del pueblo que hemos conocido, son casi de nuestra edad, un poco mayores, pero eso sí, son bastante de nuestro tipo, tienen costumbres rurales y conocen bien los trabajos del campo, pero no, ya no es como cuando tenía quince años y me movilizaba a caballo, eso sí era bastante arcaico y se veía solo en la vereda, pero acá es un poco más civilizado, eso quiere decir que todos andan en moto, de dudosa reputación eso sí, pero al menos era más práctico y moderno. Una de las personas que conocimos a más profundidad en esa tarde de tragos, fue al viejo Hernán, quién nos provee los insumos y ya estando pasado de tragos, como suele suceder en la mayoría de gente, empezó a hablar de más y nos contó de los negocios que hace por debajo de cuerda. Al ser guajiro, le gusta tener mucho dinero y es buen negociante, pero… no lo usa para cosas buenas dicha habilidad y por el contrario, gran parte de sus ingresos vienen precisamente del contrabando, de licor en específico, negocio que empezamos a conocer de chicos y no sabíamos si esta era una señal del más allá para volver a nuestras viejas andanzas. Dios, ¿me pides que vuelva a delinquir? Si me lo pides de maneras tan obvias no puedo negarme a tan bella oferta, era hermoso. Notaba la mirada que me lanzaban Kevin y Ricky al escucharlo, la propuesta que nos hacía por si tal vez nos interesaba meternos en el negocio, porque claro está que no tenía idea de que ya sabíamos sobre eso, que estuvimos incluso detenidos en pleno encargo, pero cuando le contamos, sus ojos parecieron brillar y justo ahí, fue el comienzo de un negocio sin fin que nos complicaría mucho la vida, pero como nos costaba tanto medir las consecuencias en ese momento, le restamos la importancia que tenía y los problemas en que nos podría meter, porque no pensábamos de forma madura ni responsable en ese momento. -¿Qué opinan?-Preguntó Ricky luego de que todos se fueron ya tarde en la noche y nos miramos entre sí. Con la mirada, era más que obvio que nos había gustado la propuesta que nos había hecho, ofrecía buenos pagos y el riesgo era bajo, porque conoce las rutas, los horarios de los retenes y demás, es muy difícil que nos descubran y además, conocíamos como era esto, podríamos manejarlo, no tendríamos nada de qué preocuparnos. -No solo me gusta la propuesta, me encanta.-Dijo Kevin emocionado y reímos. -Sí, me parece genial. ¿Le entramos?-Pregunté y ambos asintieron al unísono con la cabeza.-Bien, es un hecho, volvemos al negocio. -Estoy feliz, había anhelado hace tanto este momento.-Dijo Kevin y Ricky lo miró. -Hay que actuar con cautela, sin errores, como antes.-Comentó y asentimos.-Sé que es bastante arriesgado, pero deja buena plata, plata rápida que es lo que nos encanta, así que claro que vamos a volver y yo me encargaré de planificar todos los encargos que nos toquen, ¿les parece? -Claro que sí.-Le dije, porque no había alguien mejor que él para planificar los encargos y todo lo relacionado a esto. Fui a clases ese lunes en la mañana y tenía el primer parcial del semestre, este era de matemáticas I y estaba bien sencillo, cosa que es rara para mí que no me va bien en esas asignaturas, pero lo pude resolver rápido, así que cuando lo acabé, salí del salón de clases en lo que los demás lo terminaban porque no nos permitían quedarnos dentro por si le soplábamos el examen a alguien, así que estaba afuera, ansiosa esperando la siguiente clase porque luego de esta, teníamos que hacer la primera entrega y no quería errores, solo pensaba en esto, en que quería empezar rápido porque la comisión que nos ganaríamos por este primer encargo sería muy alta, tal vez no tanto, pero sí era bastante para ser la primera y en mi caso, como yo conduciría al ser la mejor en maniobrar vehículos grandes, ganaría aún más porcentaje, así que estaba ansiosa y quería ganarme la plata rápido, pero debía esperar y deseaba que el tiempo pasara rápido. -Oye, ¿qué tal te fue en la prueba? ¿qué respondiste en la tercera y la cuarta?-Me preguntó Andrés y pensé unos segundos. -En la cuarta me dio 45 y en la quinta me dio -7. -Mierda, me dio 70 y +12. -¿Cómo es posible que te diera +12? No entiendo. -No soy bueno en matemáticas, pero sí en contabilidad y no entiendo cómo, pero te juro que si te va mejor que a mí en el examen, te empujo por las escaleras. -Sí claro, ya veremos.-Le dije entre risas, pero él no reía. Hoy era uno de sus días malos, en que amenaza a medio mundo y me da igual, ya me ha amenazado unas cinco veces hoy y también a todo el que se acerca. -No te rías, que te empujo en media hora, no lo dudaré. -Hola.-Miré de reojo a la persona que se detuvo a mi lado y rodé los ojos, por su voz familiar era obvio que sería el pelinegro, cuyo perfume se puede sentir desde lejos y me miraba con una leve sonrisa. -¿Por qué te ríes? Este día no tiene nada bueno.-Se quejó Andrés y Alejandro se encogió de hombros. -Presiento que sacaré un 5.0 en el examen, así que estoy de buen genio.-Le respondió y Andrés lo miró aún peor, si es que era posible, parecía que quisiera matarlo. -Si un mequetrefe como tú saca 5.0 en el examen, me veré obligado a tirarme de un quinto piso, pero eso sí, te llevo conmigo. -Vaya, nunca me habían llamado “mequetrefe” en la vida.-Dijo entre risas, divertido y Andrés exhaló, luego el pelinegro me miró.-Irina. -Sabes mi nombre.-Dije enarcando una ceja. -Sí, me tomé el trabajo de averiguar ciertas cosas sobre ti. -Eso es acosador y raro.-Dije aterrada y él estalló en risas. -No soy acosador, solo averigüé tu nombre para que luego no digas que no te conozco. -Qué bien, sabes mi nombre, eres todo un crack. -¿Por qué eres tan grosera? -No lo soy.-Le dije y luego lo pensé unos segundos.-Bueno, tal vez lo he sido contigo, lo lamento por eso. -Creo que lo que pasa, es… o no te agrado o piensas que soy un degenerado o algo así. -No he pensado eso de ti.-Dije desconcertada.-O sea, que no me agrades puede que sea cierto, pero lo de “degenerado”, no me consta. -No lo soy. -Irina, con esa cara no le creas de a mucho. Una vez en las duchas en educación física, cuando estábamos como en noveno, salí de ducharme y me fui a cagar, cuando este degenerado abrió la puerta y me vio encuero. -Andrés, ¿por qué carajos no le pones seguro a la puerta? Fue perturbador y horrible, por poco pierdo mis bellos ojos. -No me gusta ponerle seguro a nada, odio los seguros. -Entonces no te quejes si te ven desnudo. -Bueno, falta media hora para la otra clase y tengo hambre, no puedo comer nada si tengo cerca a dos seres repugnantes como ustedes.-Dijo Andrés, mirándonos de forma horrible y se alejó de nosotros. -Como eres nueva, no sé si sepas de la condición de él, yo estoy acostumbrado, lo conozco hace doce años, pero no sé si tú lo sepas, lo de la esquizofrenia y bipolaridad. -Sí, él me lo dijo. Ya van dos veces que me llama “ser repugnante”. -Vaya, es raro que te de igual, a las chicas del salón les afecta, no toleran en nada a Andrés. -No sé, me cae bien dentro de todo.-Dije encogiéndome de hombros y él sonrió levemente. -A mí también me agrada. -Eso veo. -Irina, te molestaría si… no sé, de vez en cuando… ¿me sentara al lado tuyo en clases? -No comprendo.-Le dije y él me miró confundido.-¿Por qué me molestaría? -Está bien.-Sonrió.-Tal vez lo haga uno de estos días. -Bueno. Al final, tuve que salirme de la clase siguiente porque el viejo Hernán me mandó un mensaje diciendo que “la vuelta” debía adelantarse una hora, así que básicamente me tocó salir corriendo hacia las bodegas, que quedan en un lugar bastante discreto que no levantaría sospecha alguna por más que alguien lo pensara, eran cerca al río en una fábrica, que operaba de forma legal, pero bueno, lo era al menos ante los ojos de la ciudad, pero por el río le llegaban grandes cargas de esta mercancía, las cuales gente como nosotros, que no le tememos a nada, empezaríamos a distribuir. 
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