Él, él, él
Desperté horas más tarde porque caí rendida por completo. Me levanté, cepillé mis dientes y caminé hacia la sala. Kevin veía televisión, tenía puesta alguna película con caricaturas y miré la hora en el reloj de la pared, ¡eran las dos de la tarde! Nunca me había levantado a esta hora, con razón él estaba despierto. Me senté a su lado y me miró.
-Oye, ¿a qué hora regresaste?
-A las diez más o menos.
-Vaya, estuvo buena la fiesta.
-Ni me lo recuerdes, fue horrible.
-¿Qué pasó?
-Nada, en verdad no quiero hablar sobre eso, ¿está bien?
-Mmm, bueno.-Respondió confundido.
Ese día no hice nada en especial, solo adelanté todos los trabajos posibles de la universidad que tenía pendientes por hacer buscando distraerme un poco, pero… no me sentía bien en nada. Recordaba sin parar una y otra vez lo sucedido y no sabía qué debería pensar, sé que actué mal, puedo reconocer mis errores, pero… Alejandro me dejó tirada a mi suerte en una autopista en medio de la nada y más sabiendo que yo no conocía la ciudad, ¿lo merecía por lo que pasó anoche? ¿era un castigo merecido o no? No sabía ni qué debería pensar, pero lo que sí sabía es que no se sentía bien.
Cuando ya se estaba haciendo de noche, seguí pensando en lo que sucedió y por mi mente solo pasaba una cosa, y es que quería hablar con él. No sabía si yo debía ser quién le hablara, no sé cual de los dos había actuado peor, pero… sí quería hablarle y creo que lo haría, me iba a arriesgar sin importar lo que pasara. Me vestí entonces y pedí un taxi, porque Ricky como anda tan extraño no le he pedido que me lleve a ningún lugar, anda aterrador y no quiero más percances ahora. Salí a eso de las 18:30pm y llegué hasta su edificio unos veinte minutos después. Lógicamente no puedo ingresar solamente, él debe aceptar mi ingreso, pero no creo que hoy lo acepte. Esperé afuera por un rato, esperando a que el vigilante se distrajera y entonces aproveché cuando salió un momento a ayudar a una persona a estacionar y entonces corrí hasta el ascensor, entré, subí hasta su piso y me detuve en su puerta. ¿Será que estaré haciendo lo correcto al estar aquí? ¿debería irme? Decidí no pensarlo mucho más y toqué la puerta. Me sentía nerviosa, es que había muchos escenarios en que esto no podía salir bien, podría gritarme, echarme, decirme que me odia, que me detesta y “terminar” de nuevo conmigo. No lo sé, pueden pasar muchas cosas, pero supongo debo averiguarlo.
La empleada de siempre abrió la puerta y la saludé. A ella ya la conocía de las cuantas ocasiones en que estuve aquí. Me dejó pasar porque me conocía y me dijo que Alejandro estaba en el balcón, suspiré. Caminé hacia el balcón y abrí la puerta sin pensármelo mucho. Él no me miró, supongo creyó que quién abrió fue la mujer, así que cerré la puerta y me senté a su lado. Él me miró anonadado, sé que no esperaba verme aquí y creo que no hacía nada en especial, solo estaba aquí sentado, mirando alrededor y nada más.
-Hola… ¿cómo sigues?-Pregunté tímidamente y él desvió la mirada.
-¿Cómo crees?
-Mmm, quería asegurarme de que estuvieras bien.
-Lo estoy, puedes irte.-Dijo y de nuevo, sentí un enorme nudo formarse en mi garganta.
-Vaya, esperaba que me echaras al menos cinco minutos después.
-Irina, en serio. Vete.
-Mmm, está bien, supongo debo irme, pero antes… ¿esto es todo?-Pregunté temerosa y él me miró de reojo.
-¿A qué te refieres?
-A nosotros… si me voy, es porque supongo que ya no tenemos nada…
-Así es.
-Oh, bien.-Dije y me puse de pie, inhalando fuertemente y de nuevo, mis ojos se llenaron de lágrimas. Él me miró anonadado al ver que lloraba.-Sólo… de nuevo, me quería disculpar. No debí decir lo que dije, no debí negar lo que había entre nosotros, y aunque no lo hice con la intención que crees, sé que no me creerás, pero de igual forma, lo lamento.
-Mmm.
-Sólo… para la próxima que salgas con alguien: creo que al menos por cortesía, no deberías dejar a ninguna chica tirada en medio de la nada. Estamos en Latinoamérica, puede ser muy peligroso.
-Irina, oye… tienes razón. Fui un cretino, no debí hacer eso, lo siento.-Dijo acercándose a mí y evité mirarlo.
-No pasa nada.
-Es que es cierto, tuve una crisis esta mañana… me sentía mal, deprimido y te dejé ahí, por despecho, pero no, no debí. Llevo todo el día martirizándome por eso.-Dijo arrepentido y lo miré a los ojos.
-Tranquilo, no me morí.
-¿Cómo hiciste para regresar? Era un lugar solo, peligroso y sé que no conoces la ciudad.
-Mmm, pues duré un par de horas vagando por ahí, la policía me recogió y me llevaron a mi casa.
-Mierda.-Dijo más avergonzado aún y tomó mis manos.-Lo siento, perdón en serio. Estoy muy avergonzado contigo.
-Está bien.-Le dije y asintió, cabizbajo.-Bueno, supongo que ya me voy.
-Mmm, ¿cómo que te vas?-Dijo enojado y lo miré confundida.
-¿Cuál es tu problema entonces? ¿no me pediste que me fuera? ¿Qué ya se había acabado todo?
-Pues… no, ¡no quiero eso!
-¿Quién te entiende?-Me quejé.
-Sólo quería ver si insistías…-Dijo y lo miré de reojo.-Aun cuando actué como un cretino y como la mierda, viniste a verme, lo hiciste.
-Pues… sí.
-Yo sé que puede ser demasiado complicado estar conmigo. Soy dramático, sobreactúo ante todo, sé que puedo ser el ser más sentimental del planeta y que… por mis estúpidos impulsos, termino haciendo cosas que no debo, como corriendo huyendo de ti, terminando así con un brazo roto o peor… dejándote sola donde no debía, pero… quiero cambiar, ser mejor persona, lo que tú mereces que sea.
-No eres una mala persona, solo tienes tus defectos, como todos.
-Hoy fui un patán contigo.
-¿Acaso me golpeaste? ¿me maltrataste de forma física o psicológica?
-Pues no, pero…-Lo interrumpí.
-Solo eres un niño grande que no sabe manejar sus emociones.-Le dije y me miró con una leve sonrisa. Detallé su rostro en ese momento, tenía grandes moretones en un costado debido a la tremenda caída que se dio anoche. También tenía marcas en parte del cuello, en verdad te lastimaste fuerte anoche.
-¿Sabes? Es que… desde que te conocí, te juro que desde el primer minuto en que te vi, porque sabes que tú me gustaste desde el primer segundo, pero desde ahí, empecé a actuar de forma errática y no sé si es por mi falta de experiencia, no tengo idea… pero he actuado como loco desde que te vi y no logro controlarlo. Estar enamorado de ti, en verdad me ha jodido la cabeza.
-Alejandro…-Le hablé, sonrojada y él se acercó a mí y con sus manos rodeó mi rostro. Era chistoso porque parte del yeso cubría una de sus manos.
-Quiero decírtelo, en serio.-Me dijo y me miró.-Sé que aún no lo sientes por mí, no sé si alguna vez llegues a sentir lo mismo o siquiera si lleguemos a tener una relación, pero… yo lo siento y estoy completamente seguro, te amo Irina.
-Oh.-Sentí que todo en mi se paralizó ese momento. No podía creer que él me estuviese diciendo esto, que me amaba y mi corazón latía tan fuerte por sus palabras que podría salirse de mi pecho.
-Te amo, en serio, pero… sólo te pido una cosa. Aún cuando no seamos nada, que probablemente siempre sea así, pero por favor, en el tiempo en que estemos juntos, no me uses, no me engañes, ¿sí?
-¿Por qué dices eso?
-Es que… cosas como ayer son el preciso motivo por el que quiero tener algo serio contigo. Me mataría que salieras con otra persona y sí, sé que eres libre de hacerlo, pero… con el nombre que tenga, nosotros tenemos algo y… me destruirías si sales con otra persona.
-Oye…
-Al menos por el tiempo en que estemos juntos, que espero sea demasiado, por favor, no salgas con otro.
-Oye, Alejandro.-Le dije y me miró a los ojos.-De verdad, no te preocupes por eso, no pasará.
-No se sabe, puede que te guste alguien después, no como a mí, que solo me toleras y ya.
-No pasará, en serio. Te lo aseguro.-Le dije y yo acaricié su rostro esta vez.-Estoy contigo, solo contigo y eso no va a cambiar.
-¿En serio?
-Sí, en serio. No tengas dudas innecesarias, no necesito a nadie más que a ti.-Le dije y de inmediato me besó. En verdad sentía como se aliviaba todo en mí en esos instantes, es que se había sentido tan jodido el haber permanecido todo el día así, separados, con miedos y tristeza, pero todo se aliviaba de repente solo con un beso suyo que me devolvía el alma al cuerpo y me daba paz. Me encantaban demasiado sus besos, sus labios que parecían haber sido hechos para mí y no entendía qué podrían tener sus labios que eran tan jodidamente adictivos, es que él de inmediato me besaba con esos labios cálidos y dulces, todo se desvanecía y solo le pertenecía a él.
Alejandro primero me besaba lento, como tratando de disfrutarlo, no lo sé… pero juro que por dios me encantaba. Con sus manos envolvía mi rostro, besándome de forma dulce, pero intensa, es que sus besos por dios, sentía que me sabían al cielo. Se separó luego de unos segundos y me miró, con el rostro levemente enrojecido, suspiré.
-Aprovecha, me tienes loco por ti.
-¿Ah sí? Bueno dame veinte millones y te creo.
-¿Los quieres por transferencia?-Preguntó y reí.
-Alejandro.-Le dije y me miró.
-¿Sí?
-Te quiero.-Admití, sonrojada y él me miró.
-Yo también te quiero.-Dijo completamente conmovido y ambos sonreímos como tontos.
Luego ambos nos sentamos en el balcón y como el pelinegro estaba de buen genio esta vez, habiendo olvidado ocurrido la noche anterior e incluso los golpes, porque a cada rato se lastimaba habiendo olvidado que los tenía. Nos recostamos en el mueble a petición suya que estaba en el balcón, pero eso sí, de tal forma que no lastimara todo su costado lastimado sino apoyándose en el contrario. Era chistoso porque pasó su brazo por mi cintura abrazándome mientras nos besábamos, pero fue con el brazo que tenía el yeso, porque lógicamente no se podía recostar sobre este o se lastimaría. Nos besamos por un largo rato y yo podía sentirlo, siempre deseaba más cada vez que él me besaba, me moría por aventarme encima suyo y desvestirlo, pero… no, no podía por más que lo quisiera. Estaba lastimado considerablemente y sabía que no podíamos hacer nada en ese estado, no quería lastimarlo más de lo que estaba.
-Bebé.-Se separó solo un poco y me miró.-Este fin de semana que viene es festivo, son tres días libres y no sé… si te gustaría hacer algo diferente.
-¿Cómo qué?-Pregunté curiosa.
-Mmm, ¿te gustaría viajar?
-Oh, pues… ahora que lo pienso, creo que nunca he viajado antes.
-¿En serio?
-Sí, es decir, toda mi vida la viví en el pueblo y pues… luego de lo que pasó, vine a esta ciudad y nada más.
-Bueno, genial. Quiere decir que tu primer viaje será conmigo.-Dijo y asentí.-Quiero que todas tus primeras veces sean conmigo.-Dijo y guiñó un ojo, comprendí exactamente a qué se refería.
-Pues… si te refieres a lo otro, sabes que no soy virgen.
-Sí, lo sé, pero… yo sí lo soy.-Dijo y lo miré.-Me gustaría que mi primera vez fuera contigo.
-Mmm.
-No creas que quiero hacerlo contigo solo por hacerlo o porque no he tenido la oportunidad aún. Si lo quiero, es porque estoy enamorado y te deseo, creo que… debe ser especial hacerlo así, no sé si lo veas de esa manera.-Dijo un poco avergonzado y le di un corto beso.
-Creo que tienes razón.
-Sí…
-Yo… a pesar de todo, considero que no lo he hecho. Es decir, técnicamente sí, pero… sabes cómo fueron las cosas, no fue porque quisiera y mucho menos con alguien a quien quisiera.
-Mi amor.-Dijo y me abrazó un poco más fuerte.-¿Te gustaría que tu primera vez fuera conmigo? Digo… sí sería tu primera vez.
-Yo… no sé.
-Si no quieres no, no pasa nada.
-No, no.-Lo miré a los ojos.-Sí lo quiero, quiero estar contigo.
-Está bien.-Besó mi frente.-Hagámoslo el fin de semana, cuando viajemos. Encontraré un lugar especial, el mejor de todos que esté a tu altura.
-No soy exigente.
-¿Cómo que no? deberías serlo. En verdad mereces lo mejor y encontraré lo mejor para ti, para nosotros, para que sea especial.
-Mmm, está bien.
Nos besamos por un largo rato esa noche y me sentía nerviosa ante lo que estaba por pasar.