12.

2350 Words
Resaca A la mañana siguiente, desperté tarde, bastante y no suelo dormir tanto porque me despiertan los chicos porque aquí siempre hay mucho para hacer, aunque los domingos nos relajamos un poco, trabajamos menos, pero ni siquiera ellos me levantaron y eran casi las once, era tardísimo, pero luego noté el por qué de que había dormido tanto. ¿No te da miedo morirte? Como comenté anteriormente, llevo mucho tiempo durmiendo sola, años y este chico ebrio entre sueños, no sé en qué momento de la noche me abrazó y aquí lo tenía, abrazándome fuertemente y me costó bastante separarme porque tenía fuerza y se negaba a soltarme. Después de maniobrar, logré separarme y me metí en el baño, alejándome lo más que podía de él y no entendía, ¿qué demonios había sucedido? ¿por qué reaccioné de esa manera? Yo nunca he sido de entrar en pánico, ni ahora ni de chica, no ante algo tan tonto como esto, es que no tenía nada de malo dormir a su lado, lo sabía, pero había reaccionado mal al ver la forma en que habíamos dormido toda la noche, tan juntos que me aterró. Es que… no me gusta la cercanía con nadie, siento que no lo puedo tolerar y ahora mismo, tengo un mar de emociones dentro y no sé qué es lo que estoy sintiendo, si es miedo, nervios o algo más, no lo puedo reconocer. Después de ducharme por un largo rato y asearme, me vestí con la ropa que entré al baño, porque afortunadamente recordé hacerlo antes porque no lo haría delante suyo, el vestirme y como tardé tanto, logré calmarme y salí, mucho mejor que cuando entré. Noté que Alejandro ya se estaba despertando y no traía buena cara, se notaba que se sentía muy mal y suspiré, era lógico que esto te sucedería niño tonto. Me senté a su lado y él se había sentado, pero no abría los ojos, solo pasaba las manos por su rostro, quejándose ante el inminente dolo fuerte que se asomaba. -Estás vivo.-Dije entre risas y él me miró haciendo pucheros. -Estoy malito. -Ya veo. Mira, si quieres te traigo algo para el dolor de cabeza y en lo que hace efecto te puedes duchar, en el baño hay toallas, cepillo de dientes, lo que necesites.-Asintió y fui a buscar las pastillas. Un extraño silencio rodeaba la casa y fruncí el ceño. Vaya, sí es muy raro. Mis primos se levantan temprano hayan bebido o no, mantuvieron siempre esa costumbre del campo y no entendía por qué no estaban ahora aquí, era muy raro. Me asomé a sus habitaciones y no, no estaban, creo que habían salido o era capaz ni habían dormido aquí, cosa que jamás habían hecho, siempre duermen en casa y si es por alguna chica, la traen, jamás se quedan por fuera. Los llamé, pero no contestaron ninguno de los dos, ¿qué carajos? No sabía donde podrían estar, supongo tendré que esperar. Busqué las pastillas y un vaso de agua, pero cuando regresé a la habitación, escuché ruidos en el baño, Alejandro vomitó varias veces y no pude evitar reír, era lo obvio que iba a suceder, esto es maravilloso. Salió después de lo que pareció eterno, recién duchado, pero tenía muy mala cara, como si quisiera morirse. -¿Te sientes algo mejor? -No, la cabeza me da vueltas y me siento débil. ¿Puedo acostarme de nuevo? -Si quieres.-Me encogí de hombros y se metió en la cama de inmediato. Tomó las pastillas y se cubrió por completo con las sábanas solo dejando ver su rostro. Ahora que lo pienso, él tiene costumbres bastante peculiares, para todo actúa diferente y no entiendo bien por qué. -Oye Irina, estoy malito. -Lo sé, me lo dijiste ahorita. -Espero no me eches hoy. -¿Echarte? -Sí, como estoy en tu casa desde ayer, debes estar que te mueres por pegarme como pelota a ver si caigo en mi casa.-Dijo muy seguro de sí y no pude evitar romper en risas. -No, no había pensado en eso. Si te sientes mal, quédate hasta que te mejores, no pasa nada. -¿Segura?-Preguntó con una sonrisa en sus labios y asentí.-Bueno, ya que estás sentada hazme de comer y espero que cocines bien. -¿Quieres morirte? -Sólo bromeo.-Dijo entre risas.-Igual ni podría comer, no creo que coma nada en todo el día, seguro lo vomitaría. -Sí, es muy probable. -Como estoy malito podrías hacer algo por mí. -A ver. -¿Me consientes? -No comprendo.-Le dije y frunció el ceño. -Me refería a que… como estoy malito, me gustaría que me consintieras. -O sea, ¿mimos y tonterías así?-Pregunté y asintió, sonriente y exhalé fuertemente. -Alejandro, ¿por qué haría algo como eso? -Porque estoy malito. -Lo sé, lo has dicho como diez veces, pero eso no quiere decir que sea mi obligación hacer eso. Me perturba. -Oye, no seas mala, no es mucho pedir.-Se quejó y al ver que no iba a dejar de insistir, asentí, porque tampoco es que tuviese nada de malo y en verdad parecía que se estuviese muriendo. Me acerqué a él solo un poco, al menos manteniendo una leve distancia prudente y él tonto me indicó que acariciara su cabello. Ah, eres increíble. Lo hice y en menos de nada, el pelinegro cayó rendido, se quedó dormido y exhalé. Lo miré por unos segundos mientras dormía. Debo aceptarlo, eres precioso, es muy difícil no darse cuenta de algo tan obvio y es que sí, lo eres, pero todo a tu alrededor me parece demasiado confuso, tu personalidad, que en algunos aspectos es buena, porque eres sincero, inocente en casi todos los aspectos y pareces ser muy intenso con las cosas que deseas, pero por otro lado, eres inmaduro, infantil y desconoces por completo el mundo real, eres necesitado y demás, por eso me resultas confuso, porque no sé si seas una persona que me convenga, que puede que tal vez… en un futuro, no lo sé, tal vez pensar en darte una oportunidad porque no tendría nada de malo hacerlo, pero no sé si seas conveniente para mí porque independiente de mis traumas, somos muy diferentes. Tengo un historial criminal, he hecho y hago cosas que no debo, ilegales y aún más, no soy inocente, me arrebataron por completo la inocencia y no sé si alguna vez en mi vida pueda permitir que alguien más vuelva a tocarme, la idea es impensable y si nadie puede hacerlo, no tendría sentido que salga contigo, cuando tú sí quieres demostraciones de afecto, sé que con el tiempo no sólo querrás besos y nada más, sé que querrás más y más, pero yo nunca ni hipotéticamente podría darte nada, no con lo rota y dañada que estoy, así que no, no creo, no podría tener algo contigo y de alguna forma antes de que pase más tiempo debo hacértelo saber, porque aún es pronto, solo sientes una atracción superficial hacia mí y debo erradicarla antes de que puedas sentir algo más, lo cual no sería justo contigo porque a pesar de tus defectos, eres un buen chico y no mereces sufrir. Alejandro durmió todo ese día, casi que por completo. Vino a despertarse en la noche, justo cuando mis primos habían llegado porque escuché a lo lejos el ruido de que venían entrando y por la forma en la que hablaban supe de inmediato donde habían estado, seguro siguieron la fiesta donde alguno de los chicos y es la hora y siguen ebrios, no sé cómo es que pueden beber dos días seguidos, no lo comprendo, pero yo este día solo me dediqué a estudiar, alimenté a los animales y ahora, estaba en el escritorio que tenía en la habitación haciendo un ensayo para la clase de mañana cuando escuché los ruidos de que acababan de llegar y que también el pelinegro acababa de despertar, pero como es tan maniático, fue al baño primero y vanidoso, antes de siquiera hablarme, fue al lavabo y supongo se cepillaba y lavaba su rostro. Luego regresó y se sentó en la cama. Noté que incluso se había peinado. -Irina. -Al fin despiertas, creí que te habías muerto. -¿Qué? ¡no! No puedo morirme por ahora, ni nunca. -Mmm, ¿lo dices en serio? -Sí, no me quiero morir nunca, no pasará. -Mmm, sabes que sí pasará, ¿no? -Oh, pues sí, pero… no me gusta pensar en eso.-Dijo de forma seria y eso despertó mi curiosidad. -¿Por? -Mira, hoy dormí todo el día, no hice más nada que eso y supongo que tú habrás hecho muchas cosas. No me quiero morir sin haber hecho nada. -¿Y qué quieres hacer? -Lo primordial ahora pues…-Me miró a los ojos con un leve sonrojo y tuve que desviar la mirada.-Salir contigo. -Mmm, ¿y qué más? -A ver, supongo tengo que graduarme, estudiar derecho como dijo papá y desde el otro año o no lo sé, me toca trabajar con él, incursionar en la política, es mi obligación. -¿Y eso es lo que quieres? -¿No te gustaría tener de novio a alguien que pudiese ser congresista, alcalde o futuro presidente de la nación? -Mmm, la verdad no. -¿Qué?-Preguntó desconcertado, como si lo que hubiese dicho no tuviese el más mínimo sentido.-No me digas que aspiras a estar con algún vagabundo, mototaxista o algo así. -La verdad es que… no aspiro a estar con nadie.-Le dije de forma sincera y él me miró anonadado. -¿Por qué? -Mmm, es que… no me imagino saliendo con alguien, no puedo. -Pero, pero… ¿por qué? debe haber algún motivo para que pienses eso. -Lo sé y los hay.-Le dije y se levantó, se dio la vuelta y se sentó justo frente a mí. -Quiero saber. -Mmm, yo… no puedo contarte.-Dije desviando la mirada, deseando con todas mis fuerzas que dejara ese tema así, que lo olvidara, pero por supuesto no lo haría. -Creo que… algo malo te debió pasar, muy malo. -Mmm. -Sí, tuvo que ser eso, pero está bien. Seré paciente y esperaré a que quieras contarme.-Dijo y acarició mi mano con una sonrisa en sus labios. No supe qué decir, me sentí muy extraña en ese momento.-Creo que ya llevo mucho tiempo aquí, debería irme, ¿cierto? -Si eso quieres. -Mmm, bueno mejor me voy, no te quiero hartar.-Dijo poniéndose de pie.-Además, no he comido nada en todo el día, muero del hambre. -Te había guardado de comer, pero estabas desmayado en la cama. -¿En serio? ¿me guardaste comida?-Preguntó ilusionado y asentí. -Claro, ¿por? -¿Tú cocinaste?-Preguntó y asentí.-Genial, ¿qué preparaste? -Como tenías resaca, hice sopa. -Oh, no me gusta la sopa.-Frunció el ceño y exhalé. -Bueno, entonces vete con hambre. -Es que… hay muchas cosas que no como. No me gusta la sopa, el aguacate, las arepas, las cosas fritas o con azúcar. Ah y tampoco me gusta nada con gluten. -Bueno, te doy hielo entonces si quieres. -¿Hielo? -Ya que nada te gusta, infeliz.-Le dije y me miró desconcertado. -No me gusta el hielo, me lastima los dientes.-Rodé los ojos. -Bueno, entonces vete al diablo.-Le dije y de nuevo, hizo pucheros. -No me odies y si me hablas así, me lastimas.-Dijo bastante en serio y exhalé.-No sé si habías notado que soy bastante frágil, no me gusta que me hablen así o bueno, al menos tú. Háblame bonito. -Molestas mucho, pareces un niño pequeño.-Me quejé y sonrió levemente. -Supongo tienes razón, no es la primera vez que me lo dicen.-Dijo y no respondí nada.-Le escribí a mi escolta y está afuera, al parecer fue y vino, estuvo todo el tiempo afuera. ¿Me acompañas al auto? -Está bien. Lo acompañé hacia la entrada de la casa y mis primos, quienes bebían en la sala aún con la misma ropa de ayer, es decir, a diferencia del pelinegro que sí se duchó, ellos apestaban a alcohol y se notaba que hace como unas 48 horas no pisaban una ducha, lo miraron cuando salió de mi habitación y luego rodaron sus miradas hacia mí. Sé lo que deben estar pensando, que duramos todo el día juntos y que probablemente pasaron cosas entre nosotros, lo que es lo más alejado de la realidad posible. -Oye, ya que veo que te andas quedando con Irina te advierto algo, no quiero sobrinos, ni nada de eso por ahora y si llega a pasar, me veré obligado a darte una paliza.-Le dijo Kevin, quién siempre es violento cuando toma y Alejandro frunció el ceño al escucharlo, porque nos habló bastante cerca y apestaba tanto que era molesto, y él, quién siempre es más elegante que el resto, su olor lo molestó tanto que parecía que quería huir. -Mmm, sí.-Le respondió sujetando mi brazo y haciéndonos salir rápidamente de la sala, evidentemente huyendo de su aroma a alcohol de días, era horrible. Llegamos hasta la entrada y la carretera estaba bastante oscura, es que al vivir en este pueblo, la luz afuera en esta zona es bastante limitada y escaza, afortunadamente tenía su camioneta estacionada afuera con las luces encendidas. Pensé que se subiría enseguida, pero no lo hizo. Se acercó a mí y puso sus manos en mis hombros. -¿Pasa algo?-Le dije porque me miraba melancólico. -¿Sabes? He hecho muchas cosas por primera vez estos dos días. Bebí, me embriagué, dormí con una chica, abrazándola que es lo mejor y pasé el día contigo, creo que me mal acostumbré un poco en solo estos dos días. -¿Mal acostumbraste? -Sí, es que… no quisiera irme. -Oh. -Ahora me gustas más.-Dijo y rodé los ojos, al sentirme intimidada ante sus palabras. -Anda ve a tu casa y descansa. -Te veo mañana.-Dijo y cuando besó mi mejilla antes de alejarse, sentí que me puse de todos los colores y él me miró entre risas, divertido y más sonrojado al verme así.   Lo observé hasta que se alejó por completo.
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